Jorge Bustos
El título de la última ¿novela? de Lucía Etxebarria es como una reforma laboral de Zapatero: Lo verdadero es un momento de lo falso. Zapatero, esa superfluidad socialista que pagamos los contribuyentes y disfrutan los sindicatos, ha descrito su reforma laboral como “reformista”, y aún se extrañará de que la RAE no lo llame para definir el concepto de desvergüenza tautológica. En efecto, la reforma de Zapatero es un momento genuino del gran engaño socialdemócrata, que consiste en convertir en impuestos las promesas. En el coste indemnizatorio por despido, el Gobierno quiere que los contribuyentes paguen la diferencia que va de los 45 a los 33 días por año trabajado. Y así hasta que no queden contribuyentes o nos echen del euro, que uno no sabe qué sucederá antes. Todo esto explicado, claro, con el máximo embarre de cancha, marca porteña de la retórica presidencial. De Zapatero podría decir Bennet lo que dijo de Lloyd George: “Habló durante 117 minutos, período en el cual solamente fue pillado una vez utilizando un argumento”. Y oigan a Toxo: “El Gobierno precariza (sic) todavía más la contratación”; “no hay que minorar (sic) los derechos indemnizatorios”. Toma nísperos. ¿Y no podrían aprender gramática en uno de esos cursos de formación sindical? Porque bien que los liberados sindicales dejan un momento el vermú y se calzan el traje y la pancarta antifascista para, capitaneados por el rector Berzosa -o Berzotas, como lo conocen los pocos alumnos serios, que serán los reaccionarios para Berzosa-, montar el aquelarre de apoyo a Garzón. ¡Qué melancólico ver reunidos a tantos héroes cuando su villano murió hace tres décadas! Si Garzón se va al paro, ¿en qué manifestación harán bulto los liberados? Si los liberados se ponen a trabajar, ¿quién luchará por la democracia en España? Si seré fascista.
(Publicado en Época)