Portada de la edición digital de Die Welt
¡A LOS TOROS!
Julio Camba
Alemania
Después de cenar me puse el sombrero de la manera más cordobesa posible y me lancé a la calle.
-¿Adónde va usted?
-A los toros.
Iba a los toros, en efecto. Ya saben ustedes que hay aquí dos toreros españoles: los hermanos Carpinterito. Estos Carpinterito torean todas las noches, en el Circus Busch, un par de becerros importados de España. La pista figura una plaza con el palco de la presidencia. A los lados del palco, una porción de coristas hacen de público español y gritan durante toda la corrida:
-¡Ole! ¡Ole! ¡Vivan los fueros!
Durante quince días los Carpinterito han estado ensayando sus faenas. Al principio se negaron a ensayar.
-¿No ven ustedes -dijeron- que los toros van a aprender demasiado?
-¡Estos españoles!... -exclamó el director-. ¡Qué falta de método! ¿Es decir, que en España los toros llegan a la plaza sin preparación ninguna?
-Natürlich -dijeron a coro los dos Carpinterito, que ya han aprendido esta palabra en alemán..
-Pero entonces los toros no sabrán qué hacer en la plaza.
-Claro que no.
-¡Qué imprevisión más grande! ¡Nada, nada! Aquí es preciso que los toros no aparezcan en público hasta que estén convenientemente preparados.
Y están preparadísimos. ¡Qué admirables resultados produce el método alemán! Dos becerros de Oñoro, que al salir de España no sabían una palabra de nada y que se hubieran dejado engañar por el primer torero que les echase una verónica, ahora saben muchísimo más que el Guerra. Cuando les muestran una capa se quedan tan frescos, y cuando tocan a matar, dan media vuelta y se van.
El director se frota las manos de gusto.
-¿Han visto ustedes -les dice a los Carpinterito- qué adelantados están los bueyes?
Como esos bueyes yo sé de otros que también han venido a Alemania a estudiar, y que, gracias al método alemán, han vuelto sabios a España. Que Dios les conserve la sabiduría.
Alemania
Después de cenar me puse el sombrero de la manera más cordobesa posible y me lancé a la calle.
-¿Adónde va usted?
-A los toros.
Iba a los toros, en efecto. Ya saben ustedes que hay aquí dos toreros españoles: los hermanos Carpinterito. Estos Carpinterito torean todas las noches, en el Circus Busch, un par de becerros importados de España. La pista figura una plaza con el palco de la presidencia. A los lados del palco, una porción de coristas hacen de público español y gritan durante toda la corrida:
-¡Ole! ¡Ole! ¡Vivan los fueros!
Durante quince días los Carpinterito han estado ensayando sus faenas. Al principio se negaron a ensayar.
-¿No ven ustedes -dijeron- que los toros van a aprender demasiado?
-¡Estos españoles!... -exclamó el director-. ¡Qué falta de método! ¿Es decir, que en España los toros llegan a la plaza sin preparación ninguna?
-Natürlich -dijeron a coro los dos Carpinterito, que ya han aprendido esta palabra en alemán..
-Pero entonces los toros no sabrán qué hacer en la plaza.
-Claro que no.
-¡Qué imprevisión más grande! ¡Nada, nada! Aquí es preciso que los toros no aparezcan en público hasta que estén convenientemente preparados.
Y están preparadísimos. ¡Qué admirables resultados produce el método alemán! Dos becerros de Oñoro, que al salir de España no sabían una palabra de nada y que se hubieran dejado engañar por el primer torero que les echase una verónica, ahora saben muchísimo más que el Guerra. Cuando les muestran una capa se quedan tan frescos, y cuando tocan a matar, dan media vuelta y se van.
El director se frota las manos de gusto.
-¿Han visto ustedes -les dice a los Carpinterito- qué adelantados están los bueyes?
Como esos bueyes yo sé de otros que también han venido a Alemania a estudiar, y que, gracias al método alemán, han vuelto sabios a España. Que Dios les conserve la sabiduría.