Borja Lasso de la Vega
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Es posible, y un servidor así lo cree, que los dos tipos que más saben de fútbol y mejor lo entienden en España sean José Ramón Llaneza, el arquitecto del Villarreal, que de joven estudió con Gorospe el guardameta, y Ramón Rodríguez Verdejo, alias Monchi, el alma y el todo del Sevilla.
El Villarreal y el Sevilla se ponen farrucos con los grandes y a veces hasta los ganan con futbolistas que estos linces saben ver desde pequeños. El Villarreal y el Sevilla tienen estructuras firmes que los dos extraordinarios visionarios han cimentado y aunque todos los años se las picotean los señores del dinero, los dos clubes siguen dando ejemplo de cómo hacer las cosas como Dios manda.
Monchi es más exigente que Llaneza cuando huronea entre cadetes y juveniles de toda España. Monchi los prefiere de técnica innata y ya aprenderán táctica con los técnicos de Nervión. El filial sevillista se caracteriza por ser jugón y aquí en Córdoba siempre se las ha apañado para amargarnos la tarde. A mí particularmente me rompió el corazón en el Sánchez Pizjuán en una fase de ascenso a 2ª contra el Burgos hará unos diez años. Subió el Sevilla Atlético con un gol de Lolo Ortiz, hoy a punto de jubilarse en el Elche, en la prórroga en una partido final programado a las cinco de una tarde de finales de junio. En aquel equipo jugaban Fazio, Capel, Perotti, Alfaro... futbolistas desconocidos entonces por los que otros clubes pagaron su bien dinero.
En el Córdoba de hoy sin ir mas lejos su columna vertebral se formó en la escuela palangana. El central Deivid, el centrocampista Alfaro y el delantero Rodri son indiscutibles en el once de Oltra. La ausencia del defensa por lesión y la del punta por sanción ha sido determinante en la derrota por 0-1 ante un Sevilla Atlético que se presenta esta temporada jovencito, dubitativo en defensa, tiquitaquero en el centro del campo y con escasa presencia en ataque. El portero Caro me ha recordado a un holandés estrafalario al que no pongo nombre ni equipo. El central Bernardo, cordobés como su hermano Fran, hoy en el Mirandés, ha aprendido “una jartá” en Sevilla y hasta puede que se convierta en insospechada -hace dos años- criatura sampaolina. Atendiendo a su juventud, hubiera sido inteligente mantener los Cruz en el Córdoba, pero el amo es el amo. Los laterales Carmona, también cordobés, y Matos corren mucho, pero los he visto vulnerables, sobre todo éste último al que Guille Donoso ha vuelto loco. Guille ha puesto dos o tres goles que Rodri, sancionado, hubiera colado, pero Piovaccari anda cogiendo la forma y un día de estos llegará donde debe.
En el medio centro juega un camerunés, Yan, de 19 años recién cumplidos, que es el que mayor presencia física tiene. A su lado el entrenador Diego Martínez ha puesto a uno de los gemelos San Emeterio que a última hora se trajo Monchi de Santander. Lasso de la Vega es el centrocampista mas exquisito con un aire a Oliver Torres. Tiene nombre de poeta y el número 10 de los genios. Ha marcado el gol en un rechace antinatural cuando acababa el partido. Ivi, el teórico punta, lleva barba a la moderna y la verdad es que intimida cuando arma la derecha fuera del área. Muy técnico y muy peligroso el media punta Curro -ha estrellado un zurdazo a la escuadra- al que el Marca le confunde el pueblo. La verdad es que el Marca en la guía que saca en agosto dice Paloma del Condado al pueblo onubense de Curro y Paloma del Río al cordobés de Carmona, metiendo una “o” donde no caben vocales.
El Córdoba ha merecido ganar hoy a los puntos, pero la Segunda es así. Un descuido son tres puntos de más o de menos. Hoy toca de menos.