Monstruo contra el cielo
Cartuja de Miraflores
Francisco Javier Gómez Izquierdo
A finales del Siglo XVIII y principios del XIX, aparecieron unos criminólogos que explicaron al delincuente mirándole el cráneo y las orejas, tal que Lombroso, mientras otros, tal que Enrico Ferri, hurgaban en el barrio, la casa y la cama de los criminales. Teorías antropológicas y sociales que entusiasmaron la curiosidad de un vulgo que creía comprender por fin los impulsos asesinos de individuos de su especie, y que fueron apartadas al desván del olvido por el empuje de esa religión sin Dios que son las nuevas ciencias del comportamiento. A la Criminología fueron llegando médicos, jueces, policías y todo tipo de estudiosos, hasta convertirla en nuestros días en una disciplina multimillonaria en lectores y espectadores de cine atraídos por la personalidad de sus turbadores protagonistas.
Hoy entretiene mucho, más que nada en el mundo, el psicópata, el esquizofrénico, el asesino múltiple, el filicida. el loco..., tipos que son diseccionados con convicción brutal ante un micrófono por psiquiatras y psicólogos, los nuevos expertos en Criminología. Los forenses, que son los que me parece a mí que saben de verdad sobre el tema, hablan siempre lo justo y siempre después de ejercer su delicada obligación. El forense, los psiquiatras y los psicólogos explican los crímenes después de ocurridos y así como el forense se limita a demostrar su ciencia certificando de qué ha muerto la víctima, los psiquiatras y psicólogos pueden tirarse horas y horas analizando las circunstancias que impulsaron al psicópata a matar.
En España se suicidan cada día diez personas. No, no crean que exagero. De esas diez personas, más de la mitad han visitado a un psicólogo o un psiquiatra, pero no tengo constancia de que familias de los muertos hayan responsabilizado nunca a los terapeutas. A los oncólogos se les mueren menos pacientes. Nadie les exige responsabilidades, pero, sobre todo los psicólogos, se empeñan en que su ocupación es una Ciencia.
Lo que llevo escrito hasta ahora viene a cuento de las impactantes declaraciones del fiscal francés culpando al copiloto del avión alemán del asesinato de 150 criaturas, y sin saber aún ante qué tipo de loco estamos, los expertos en las ciencias del comportamiento ya se han lanzado a distinguir la inmolación de la autoinmolación y que tengamos muy en cuenta que no es lo mismo autoinmolación que suicidio y esto es un psicópata, lo otro un esquizofrénico y lo de más allá un fanático; entre los fanáticos hay subespecies, etc, etc,... ya saben, generosas tesis doctorales que le harán a usted más sabio y le permitirán distinguir convenientemente al asesino que tiene de vecino. Lo que no acaban de explicar los psicólogos españoles es cómo sus colegas alemanes no fueron capaces de detectar a este Andreas Lubitz, no sabemos si fanático ó loco de remate. Para un servidor, un canalla, pongamos como Bretón, otro que iba al psicólogo con su mujer.