martes, 17 de marzo de 2015

Djuckic, destituido



Francisco Javier Gómez Izquierdo

       El amo del Córdoba, un señor que sin poner un euro tiene la propiedad de un club de fútbol ha destituido al entrenador Djukic. Es posible que no sea ésta la peor decisión que ha tomado el amo del Córdoba, ya que, sin ir más lejos, mayor reproche merece que contratara al serbio que pasó a la historia del fútbol por fallar un penalty que daba una liga. Cierto es que Djukic no tenía futbolistas de Primera, pero sus desvaríos, caprichos, veleidades y manías tácticas fueron derribando el asomo de sensatez que pareció traer en las primeras jornadas, tras la destitución del Chapi Ferrer, aquél suertudo al que se le dio un cesto para acarrear el agua.

     Djukic no entendió a la plantilla en lo personal y se encabezonó con disciplinas inútiles a un legión de anarquistas que acampa de modo temporal a orillas del Guadalquivir. Los mejores elementos, Ghilas, Bebé, Cartabia, Rossi, Krhim, Pantic... están a préstamo y es pérdida de tiempo intentar meterlos en cintura. Lo inteligente es hacer que jueguen a gusto y que dibujen una figura solvente. Cabrearse con todos es un suicidio, incluso llevando la razón, pero Djukic se olvidó del fútbol e intentó ejercer de sargento acumulando derrotas hasta el despido final.

     No recuerdo ver al entrenador Djukic sentado en el banquillo. Comienza y acaba los partidos de pie tanteando  el césped como un agrimensor y mirando a sus jugadores como el cuidador de un recreo. Djukic nunca acaba de cruzar por completo los brazos pues de continuo mesa su barbilla como espectador de un entierro en un gesto que quiere parecer preocupado y que a mí me suena a batueco, y, mientras simula meditar en busca de soluciones, a uno le parece que todo en él es confusión y aturullamiento. Personalmente me exasperaba antes de comenzar los partidos al ver esas  alineaciones que un día castigaban a Ghilas, otro a Edymar, la antepenúltima a Bebé y la última a Cartabia. Todos jugadores mejorables si se les entrenara bien, pero que han perdido valor a las órdenes de Djukic, del que no dudo de sus conocimientos, pero sí de su capacidad para explicarlos.
     La destitución de Djukic no es ninguna solución porque ya no cabe remedio que aplicar al Córdoba. Llega Romero, un señor de la casa que tiene al B también último en el Grupo 4º de 2ªB. El nuevo míster se dejará llevar, se sentará en el banquillo como los entrenadores antiguos y no se dejará ver mucho. Obedecerá al amo del Córdoba y callará... porque ya está mayor para renunciar a un sueldo.

       Por lo demás, veremos por dónde nos sale el soberbio presidente Carlos González cuando el respetable le pegue las cuatro voces que merece. Personalmente, lo que más me preocupa son los dineros de la tele al final de temporada.