lunes, 23 de marzo de 2015

¿A qué tanto desprecio, Velasco?

Posa como las águilas, pero es abubilla


Francisco Javier Gómez Izquierdo

         Es casi imposible encontrar espectadores neutrales en un Barça-Madrid. Y entre esos espectadores incluyo el universo entero, pues los búlgaros, un poner, recuerdan a Sthoichkov, y los alemanes a Stielike, cuando se ponen delante del televisor. Los Barça-Madrid ó los Madrid-Barça llegan a veces a ser afrentosos con esas manitas goleadoras que tanto cachondeo y escarnio llegan a generar y en los que sólo luce uno de los dos. Por eso me gustó tanto el partido de ayer. Porque lo fue de principio a fin y porque cualquiera de los dos podría haberse llevado el gato el agua. Emoción, calidad y competitividad. Las verdaderas claves de un gran partido. El Madrid pudo noquear en la primera parte, pero sonó la campana y se oxigenó el Barça en el vestuario. Las genialidades de Benzema no bastaron en el primer asalto, y un golpe asesino por lo bajo de Suárez en el segundo,decidió el mejor clásico de los últimos años... pero no quiero hablar de un partido del que los encargados de contarlo ya lo han dicho todo.

        Creo que ya no tiene sentido que les vaya refiriendo cada lunes la agonía del Córdoba, pero como quiera que hasta muy entrada la noche no me dejaron en paz los gatos que se me colaron en la barriga, me hice el propósito de poner hoy cuatro verdades sobre el árbitro Velasco Carballo, ese Von Braun del Reglamento.
     
 No es la primera, ni la segunda vez que  llamo la atención en Salmonetes... a este colegiado madrileño, con el porte y el ademán del sargento chusquero que hemos padecido todos los que hicimos la mili. Si Velasco Carballo hubiera tirado por la vía militar para ganarse la vida sería el chusquero más chusquero de toda la chusquería. Entre sus vecinos se las daría de general y ante el general parecería el más manso de los corderitos. Con el pito es una calamidad y en lo disciplinario un verdugo. Valiente y rigurosísimo con los equipos débiles, compadrea con los de clase media-alta, tal que Sevilla, Athletic, Valencia, As, Marca... para que le promocionen ante don Victoriano y como no puede arbitrar a los equipos de Madrid, le han bastado ésos informes para llegar a internacional: el generalato del arbitraje.

      A Velasco Carballo no le gusta nada el fútbol y se le nota mucho. Velasco Carballo desprecia a los equipos débiles, a los que ve como intrusos en una élite de la que se considera guardián y los machaca a tarjetazos, a expulsiones -sobre todo, expulsiones- a penaltys, a faltas y a lo que haga falta porque para eso él es el que manda. A Velasco Carballo le pusieron un Polonia-Grecia en la Eurocopa para que mandara como acostumbraba y ridiculizó el arbitraje a la chusquera manera. Sin conocimiento y sin dignidad. Velasco Carballo transmite miedo, que  no autoridad y la última la lió ayer en San Sebastián.

      A los cinco minutos expulsó al central Pantic -vean el disparate en yotube- ante la sorpresa de todo Anoeta. Como el Córdoba, a pesar de la inferioridad, se subiera a las barbas de la Real, Velasco Carballo siguió sacando tarjetas amarillas hasta que también expulsó a Iñigo López. No contento aún, dio dos goles a la Real precedidos de falta, y como el lateral izquierdo protestara -nada que ver con los espasmos de los jugadores del Barçá-Madrid, que quede claro-, un tanto molesto por la parcialidad demostrada por Su Señoría, pues también a la calle.

     Los comentaristas de la cadena Gol llamaron cruel a Velasco Carballo. El exportero Cedrún, que vio el desaguisado, no pudo reprimir un “valiente con los desgraciados y cagón con los poderosos” y un servidor que le tiene calado desde hace mucho tiempo se permite añadir que las personas que hacen tanto daño -Velasco Carballo no sólo martiriza al Córdoba- gratuitamente tienen un nombre. 

Y se lo ha puesto el psicoanálisis.