Abc
La mano, el lenguaje: he aquí la humanidad.
En 1939, el británico G. E. Moore, otro apóstol, como Ancelotti, del sentido común, presentó en una conferencia “La prueba del mundo exterior”:
–Puedo probar ahora que existen dos manos humanas. ¿Cómo? Levantando mis manos y diciendo, al hacer un cierto gesto con la mano derecha, “He aquí una mano”, y a continuación, al hacer cierto ademán con la mano izquierda, “Y he aquí la otra”. Y, si al hacer esto, he probado “ipso facto” la existencia de cosas exteriores, pueden ustedes ver que a continuación puedo hacerlo de muchas otras formas: no hay necesidad de multiplicar los ejemplos.
Moore quería dar a entender así la inexistencia de Dios.
En la previa del partido contra el Athletic, oír a Ancelotti, era como estar oyendo a Moore.
¿Barra libre del Bernabéu para la "rave" nacionalista Barça-Athletic? “Yo no opino”. ¿La Liga? “Si no la ganamos nosotros es que la gana otro equipo”. ¿Mano dura? “Con esta mano floja he ganado tres Champions”.
La mano floja es la mano carletta.
La TV capturó en Bilbao el instante en que la mano carletta mecía la flor, elíptica y juncal (¡el balano embravecido del poeta verdadero!), de Ancelotti, metrónomo carnal sobre la raya de cal en la banda de San Mamés.
La manipulación de Ancelotti recolocando la flor como si recolocara el equipo uno sólo la había visto en Antonio Jiménez “Lili”, el peón “Scarface” de Morante que tiene por costumbre, al ir a banderillear, con los palos en el sobaco para dejar libres la manos, recolocarse la merienda, estrangulada por el espumillón de la taleguilla.
(Las manos de Leonardo, que padecen, ay, Dios, por el tallo de una flor).
El gesto básico de la mano, su actitud de pie, produce la liberación de la mano.
La mano que don Quijote alarga a la hija de una ventera: “Tomad, señora, esa mano”.
Es la mano ahora carbonizada de Ancelotti como la mano al carbón de Felipe Trigo (¡las dos manos municipales de Carmona en Madrid!), de la que habla haciéndose cruces Ramón Gómez de la Serna, puesta la mano, ay, sobre la mesa del “Txistu”, negra y misteriosa, sobre la que no permite preguntas ni bromas y que guarda incógnita bajo un guante de cabritilla negro.
Cuenta Ramón que Trigo se ha desgraciado la mano en la guerra de Filipinas, donde lo machetean, y que la gloria militar de Trigo es esa mano que oculta no se sabe qué monstruosidad, que magullamiento horrible, qué agujero en medio.
–Un naturalismo en bruto que descalabra.
Es la historia de un administrador de egos pícaro (“Si no ganamos nosotros la Liga es que la gana otro equipo”) y sentimental (su oficina es su familia) puesto al frente de la mejor nómina de futbolistas que hay en el mundo.
La soberbia payesa de Guardiola le facilitó una Champions y la bizarría chusquera de Luis Enrique (que en el fondo es madridista) le está facilitando una Liga que no sabe pillar.
–Con esta mano floja he ganado tres Champions.
Felipe Trigo
“GLI ESTREMISTI DI MADRID”
“Gli estremisti di Madrid rovinano la festa di una coppa democratica”, garabateó en un periódico italiano un pope del piperío español con motivo de la final copera Barcelona-Athletic de Bilbao en el Manzanares. Los extremistas de Madrid arruinan la fiesta de una Copa democrática, sea lo que fuere lo que la democracia tenga que ver con una copa de fútbol. ¿La causa? “El fascismo de Esperanza Aguirre”, que entonces era presidenta de la Comunidad de Madrid, por suscribir la solución Sarkozy al problema de los cabestros que gamberrean con los símbolos nacionales de España: suspensión del partido. Hoy esa mujer no es presidenta, pero aspira (o lo parece) a ser alcaldesa.
“Gli estremisti di Madrid rovinano la festa di una coppa democratica”, garabateó en un periódico italiano un pope del piperío español con motivo de la final copera Barcelona-Athletic de Bilbao en el Manzanares. Los extremistas de Madrid arruinan la fiesta de una Copa democrática, sea lo que fuere lo que la democracia tenga que ver con una copa de fútbol. ¿La causa? “El fascismo de Esperanza Aguirre”, que entonces era presidenta de la Comunidad de Madrid, por suscribir la solución Sarkozy al problema de los cabestros que gamberrean con los símbolos nacionales de España: suspensión del partido. Hoy esa mujer no es presidenta, pero aspira (o lo parece) a ser alcaldesa.
Italia, 1938