miércoles, 11 de marzo de 2015

La lonja



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Madrid, la capital que Gallardón taiwanizó y Botella ha mandrilizado (hasta en el Metro ya se puede andar en bici), es una lonja electoral donde cualquier merlucería tiene asiento.

Carmona, el Pumita que quiere ser alcalde, subasta los atunes de Tomás Gómez y dice que el paro madrileño es inferior al paro nacional… desde Felipe II, que hasta donde la memoria histórica le alcanza es… Leguina, cuyo gobierno puso la tasa madrileña (22,8) por encima de la española (21,5).

Carmona, como vemos, es un Munchausen de bolsillo (pocos mienten con más sinceridad), y eso le da vidilla en una sociedad que ve en la mentira la verdad de la imaginación. ¡Qué relato, el suyo, en TV, del cautiverio de González y Guerra, cargados de cadenas por el franquismo porque querían hacernos la Santa Transición (del seiscientos a la bicicleta)!

Enfrente de Carmona estarán una abogada de Rivera, que promete “parquímetros más justos” (¿y benéficos?), y Esperanza Aguirre, que promete no pisar la alhóndiga de Cibeles, donde el mayordomo-fantasma que servía café a Gallardón y donde el despacho de Tono Martínez, el Esquilache (¡la mano ilustrada!) de Ana Botella, responsable de “las temáticas de sostenibilidad, ciudad inteligente y modelos de convivencia a través de plataformas para el debate y la exploración artística y empresarial”.

¿Y qué empresas exploramos hoy, las morales del valenciano Juan de Borja o las sacras del toledano Núñez de Cepeda?

Me ilusionaba un duelo en Sol de Aguirre y Díez, pero la Rottenmeier de Sodupe prefiere vérselas con Rivera, el Apolo de Barcelona, al que desafía desde el diario gubernamental con una propuesta para España sacada de la metafísica corazonista de Gabilondo: “Un modelo federal descentralizado”.

El “federalismo descentralizador” es concepto que enciende el pelo, con el peligro que esto tiene en una capital en que los viejos, antes canos, son todos rubichis por mor (sólo Cerezo diría “por mor”) del tinte inflamable.