jueves, 26 de marzo de 2015

Rosa Once



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Irene Lozano, bautizada Rosa Once por Montano, riñe con Rosa Díez, con quien tanto regañó a todo el mundo.

Después de la de Tania con Pablemos (quizás por la cover en que Tania parecía Rosa Díez), la de las Rosas es la ruptura política más sonada desde los días de York contra Lancaster.

Pablemos está loco por Susana, pues ya le dijo Gramsci que una cosa es la Casta, y otra, la Susana.

Y Lozano es un arquetipo de la situación: el periodismo regañón (el periodista-máquina de regañar) acogido por el Estado.

Periodistas, con la crisis, hay en todos los partidos (España, reserva moral de Occidente), y en los nuevos más que en los viejos. Al riverismo, con eso de que los piperos se engorilan con Rivera, se han pasado unos cuantos, y con la esperanza cierta de ser ministros.

¡Ministros de piperos!

Conocemos a los piperos del fútbol, ese hallazgo de Hughes. Los de la política son tan infantiles como los del fútbol, pero votan, y sus votos pueden resolverle a uno la vida.

Los piperos de la política se mueven en las encuestas como los bancos de lisas en la bocana del puerto, pendientes siempre de cualquier cosa brillante que caiga al agua. La última, ay, la foto de Rivera.

Son tantos los piperos que corren en auxilio del vencedor (la España política recuerda al incendio del Novedades: estampida como de ñus para salvarse en un infernal “carrefour” de marianistas-rosicleros-paulistas-riveristas), que el partido de Rivera ha contratado una “consultora de inteligencia empresarial” (?) para la criba de sus listas electorales.

No sé cuánto costará ese cedazo para “corrutos”, pero ya que Rivera tiene cara de querer asustar a un notario con un lirio cortado le diré que por veinte euros Susan Rose-Akercnab le explica en un libro (“La corrupción y los gobiernos. Causas, consecuencias y reforma”) los misterios de la peste: listas de partido, sistema proporcional y no separación (en origen, listillos) de poderes.

¿Qué dice Sabina de todo esto?