...“la más importante tarde de toros de lo que llevamos de siglo”...
José Ramón Márquez
Toros año 0. Así podríamos denominar esta temporada que de forma tan poco halagüeña se presenta. Dicen que los gitanos no gustan de los buenos comienzos, y en ese sentido podemos estar satisfechos, porque peores no pueden ser.
Por dar un vuelo en cuatro trancos y por mantener la cosa cronológica, lo primero es Sevilla.
PRIMER TRANCO
De todas las hipótesis que se han manejado sobre el cerco de los mejicanos a la Plaza de Toros de Sevilla, la que jamás ha aparecido es la de que Canorea estuviese ansioso por hacer caja, llevarse los mexidólares, soltar la plaza y largarse con sus tatuajes a disfrutar de su bien merecido -eso pensará él- descanso. No vemos en Canorea y Valencia qué sé yo… a dos Vercingétorix, a dos General Moscardó defendiendo la posición, y eso se demuestra a las claras en la oferta que proponen y que se encuentra impresa en la cartelería que han generado. Han hecho los mismos carteles que habrían hecho si nuestras Marías (nombre de esas simpáticas muñecas mejicanas vestidas de mazahuas) hubiesen consentido en arrastrar sus pies por el albero de la plaza de El Arenal, sin aprovechar la ocasión para dar un zapatazo, bajar los precios dado que no vienen los que se comen la taquilla y proponer otro abril. No lo hace porque el suyo es un proyecto agotado, sobado y harto y -lo mismo que Balañá en Barcelona no movió un dedo por la fiesta, pensando en la montaña de leuros que se podía llevar por la Plaza- no es descabellado pensar que los empresarios sevillanos hayan fantaseado con la posibilidad de nadar en billetes de los de In God we trust, e incluso de darse un rule por el Guadalquivir en el yate de Bailleres hasta la barra de Sanlúcar en plan Bienvenido Mr. Marshall, con Morante y su famosa sopa náutica.
Lo segundo, Valencia y Castellón:
SEGUNDO TRANCO
Cuando las dos ferias levantinas de inicio de la temporada, de común acuerdo, optan por desterrar el toro de la programación de sus mal llamadas “corridas de toros”, es que algo está yendo la mar de mal. En el caso de Valencia, que de las dos es la Plaza más significativa, el empresario Casas ha formulado una ecuación harto fallera quitando la mascletá y quedándose con el humo de la misma, que es bien vistoso, como todo el mundo sabe. Basar una feria en los cansinos nombres que se repiten año tras año sin solución de continuidad alguna, esperando que de las lorzas de Morante mane su conocido ramillete de pingüis, que la santa piedad y bonhomía del público saque su lado más sensiblero ante la nulidad de Soro o que Ponce haga su enésima demostración de su sabiduría ante la nada taurómaca de un juampedro claudicado, son la palmaria demostración de que el empresario Casas se congratula en la parte más baja, menos comprometida, de las que componen el espectáculo de la Tauromaquia pensando que le vendrá bien a su taquilla alentar de manera suave las más elementales demandas de su público más fiestero. Su lema heráldico podría ser: pan para hoy y hambre para mañana y el que venga atrás que arree.
Lo tercero, Madrid.
TERCER TRANCO
A estas alturas ni me he molestado aún en mirar los carteles de Madrid. Compraré mi abono como tantos años preparado psicológicamente para otra inmersión de hoz y coz en un tsunami de juampedritis y un vómito de nuñitis con unos toreros que ni conozco ni recuerdo ni me importan. La parte buena es que hay un puñado de tardes para echar el rato con los buenos amigos. Entiendo que Perera vendrá en olor (en olor, no en loor) de multitudes… es decir que los que el año pasado celebraron por tierra mar y aire su triunfo no recordarán nada de lo que les entusiasmó del extremeño y, acaso teniéndole ya por persona pudiente, tornen las cañas en lanzas y no le pasen ni media. Perera es, a mi modo de ver, una especie de Tomás Campuzano al que las circunstancias han ido poniendo en diversos candeleros; la capacidad de olvidar perfectamente lo que ha hecho en el ruedo me lleva a considerar seriamente la posibilidad de estar padeciendo ya alguna forma inicial de alzheimer. Por lo demás, el día de la marmota de Juliancín de San Blas, enaltecido como reyezuelo en bolas desde su irrupción en los cosos de Iberia, en su enésima Beneficencia, a ver si ésta… y a ver si ratoneramente se va pillando unas puertas grandes que incrementen su deprimente leyenda. Morante, pingüis y sopa, como se dijo más arriba. Manza… yo que sé… ¿Vendrán Rubén Pinar y Tendero?
Y al final del túnel, la luz. Alfa y omega de la temporada en dos corridas.
CUARTO TRANCO
El Domingo de Ramos Iván Fandiño se encierra en Madrid con seis toros de seis ganaderías cuyo nombre pone a temblar por igual al Importancias de San Blas que el Mofletes poblano. El hierro de esas seis vacadas en el cartel es una pura invitación a soñar. Ante las venerables, temidas marcas ganaderas que se anuncian frente al torero, nace un torrente de respeto y de admiración hacia quien es capaz de proponer, en el mismo inicio de su temporada, una apuesta de tanto riesgo.
El día 5 de junio Manuel Jesús El Cid se las verá frente a seis toros de Victorino Martín. No hace tanto, azul y oro, hizo esa hombrada en Bilbao, dando lugar a la que el excelente aficionado Rafael Cabrera denomina “la más importante tarde de toros de lo que llevamos de siglo”. No cabe duda de que cuando todos, hasta los que ni son ni serán nadie, las pían por esas ganaderías cómodas que tanta “satisfacción” les producen al torearlas, la decidida apuesta de El Cid por vérselas frente al toro en la Plaza de más trascendencia y exigencia es el mejor regalo que un torero puede hacer a la Plaza que le encumbró.
Si estas dos apuestas basadas en la verdad de la Tauromaquia, que es el toro, salen bien podemos decir que el torpedo que estos dos toreros han mandado a la línea de flotación del tingladillo intrascendente en que quieren convertir la Fiesta ha acertado de pleno. Fandiño y Cid a hombros tras rotundas faenas frente a enemigos fuertes y encastados es hoy por hoy lo más revolucionario que se puede concebir en la “aldea de tauro” .
En esas dos tardes nos jugamos el futuro.