miércoles, 15 de enero de 2014

La Inopia

Dabadabadá

Hughes
Abc

El traje de Messi ha vuelto a ser la noticia (y la risión) de la gala del Balón de Oro. También se reían del traje azul del Werther, dirá él. Está claro que no le sienta como a Cary Grant, pero es que tampoco se trataba de eso.

Foster Wallace analizó la genialidad deportiva, que consiste en una especialización absoluta, una forma ascética de concentración. Todos los demás aspectos de la vida del deportista se abandonan, por eso en ocasiones a las estrellas se les quiere construir una personalidad que proyectar socialmente. A Messi se le trató de convertir en una especie de Joselito de los valores culés, un Mickey Mouse del tiquitaca. Pero el deportista no expresa un conjunto de valores sino un vacío.

Casciari, al que llego por Federico Marín, vio en Messi al hombreperro. «Esos ojos los había visto antes. Eran los ojos de mi perro Totín cuando persigue la esponja por el pasillo». En el campo, Messi es autoritario, una especie de Napoleón del manejo espacial. Sin la pelota, su mirada tiene una cosa rara, inhumana, prehumana o posthumana, pero rara. Una latente lelez, un estupor divertido. Messi está en una perpetua partida de play. La genialidad del traje es que no camufla su letargo sino que lo subraya por contraste. Exhibe orgullosa la naturaleza negligente de Messi, su absoluto y modernísimo vacío.
Messi es misterioso. Si se le mira mucho parece que lo ha pintado Velázquez. Un portento sin subjetividad, sin rastro de sí mismo. Así vestido, un muñeco de guiñol virilizado, dandy de un pasmo electrónico. Dolce & Gabbana inventan un nuevo chic, achampañan las frías regiones de la inopia y huyen del modelo clásico del mira-cómo-molo (qué intensas y estereotipadas nos resultan las miradas de un Xabi Alonso, por ejemplo). Messi es distante e imperturbable. Frente al patetismo sentimental de Cristiano (pelín folclórico con la mamá y el zagal) o a las lágrimas gagás de Pelé, el aplomo de Messi nos parece frío.

Pero es que Messi está expresando una elegancia, un dandismo distinto. En qué regiones del gol, del espacio o del regate se moverá esa criatura, apetece preguntarse cuando se le ve chuleta y ausente con sus pajaritas de zangolotino.