Gamonal, hoy
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Llegué el sábado a Gamonal con intención de atender asuntos de familia,
y aunque la radio me venía avisando desde las nieblas de La Mancha de una noche toledana en el barrio, tuve conocimiento del follón cuando la policía me desvió en las Mil Viviendas entre piedras, pivotes y furgones de las teles.
De verdad que se ha armado gorda, y dado que el asunto es ya internacional voy a procurar ser justo teniendo en cuenta que soy fauna del barrio y que he visto crecer bloques como si fueran juncos sin tener en cuenta que un día los vecinos -obreros- podrían comprar coche.
El barrio se queja de la falta de aparcamiento y los hombres de negocios, que en Burgos como en Madrid y Córdoba, suelen ser conocidos y en muchas ocasiones amigos del edilato, han colado al alcalde un proyecto que a mí personalmente me parece improcedente, caro y además quita aparcamientos. 250 plazas -pocas- a 20.000 euros -muchos- no pueden justificar el disparatado gasto de un Ayuntamiento arruinado. Un carril de subida y otro de bajada, sin carril para el transporte público obligará a hacer tantas paradas como el autobús, a que los repartidores de la San Miguel no pudan descargar... y en fin...
El caso es que los vecinos llevan tiempo protestando, el alcalde se ha empecinado en mantener un despropósito (no en vano desciende de Cabezón, un pueblo de la Demanda)... y levantó la calle.
Votantes de ese alcalde Lacalle han agradecido la "desinteresada" colaboración de gentes venidas de todos los barrios de la ciudad y no les ha importado la ira de los joveznos en la noche, porque la cosa era ya cuestión de honor. La kale borroka nocturna ha ensuciado la nobleza de un barrio que se puso delante de las máquinas al amanecer de lunes y martes hasta doblegar voluntades. Se supone que desde Madrid se habrá llamado la atención a este hombre de tan pocos conocimientos por el temor de que Gamonal sea ejemplo para tantos barrios de las Españas.
No creo que la batalla de Gamonal se pueda resumir como una disputa entre facciones. Considero que es el hartazgo de gente en continua lucha por los garbanzos a la que se quiere timar de nuevo como si fuera tonta y ha vuelto a chospar como hace diez años por otro aparcamiento en Eladio Perlado o la subida del billete de autobús en la adolescencia que nos puso detrás de unas barricadas de neumáticos junto a la iglesia de la Antigua.
Creo que al final todo se ha vuelto lío, pero si los ministros de la Nación hablan de contención del gasto, ¿a qué este dispendio burgalés, de natural austero? ¿Y si ni Dios quiere un bulevar, por qué lo quiere Lacalle?
Uno, que siempre he presumido de gamonalero, no sabe, a partir de ahora, que tenemos denominación de origen, cómo hacer honor al barrio, la verdad...