martes, 14 de enero de 2014

Gamonal


General Haig


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Cuando yo lo conocí, Gamonal era Deadwood: alrededor de canteras de oro, Deadwood, y Gamonal, alrededor del Polo de Desarrollo Industrial.

    –Aquí no se puede hacer otra cosa que lo que hizo el Cid –había dicho en Burgos, cuando la guerra, Eugenio D’Ors: irse a conquistar Valencia para comer naranjas y bañarse en el Mare Nostrum.
    
En junio del 77, durante las fiestas patronales, Gamonal se levantó contra el “hinchismo” con “ikurriña” del Athletic que volvía de perder en los penaltis la Copa del Rey con el Betis en Madrid: en el atasco algunos agitaron billetes de mil pesetas y arrojaron rebojos de pan a los transeúntes, que tocaron a rebato y ardió Troya, que era esa calle de Vitoria que Lacalle, el alcalde posmoderno, va a transformar en un bulevar que en realidad es un aparcamiento que los vecinos no quieren pagar.
    
Es la ley del hormiguero contemporáneo, donde las hormigas ya no se alteran por la doctrina Parot, sino por un ticket de aparcamiento.

    Lacalle tiene la obsesión gallardónida del Progreso: no le gustan los toros, a cuya barrera acude con bocaditos de “Recadhos”, y planea tirar la plaza para levantar un “multiusos” como la Caja Mágica de Gallardón en Usera. Tampoco le gustan los coches, y se propone construir en Gamonal un bulevar de motos y bicis como el de Gallardón en Serrano.

    La demagogia hace el resto, es decir, el caos, y Llamazares, incapaz de encontrar una oración en la Biblia, encuentra en Gamonal una ocasión para lo suyo.
    
De Gamonal es Ortega Lara, y también Óscar Esquivias, que no tiene “la cara de su pueblo”, como Stefan Zweig dijo de Balzac. A Esquivias (“Pampanitos verdes”) yo lo hago, no sé por qué, gallego en La Habana, aunque a lo mejor Gamonal, en el fondo, no sea más que eso, una Habana para los fieles difunta.

    –Deme permiso, presidente, y convierto esa maldita isla en un aparcamiento –dicen que dijo un día a Reagan el general Haig.
    
Nos dejamos la vida en aparcamientos.