Don Antonio Chacón
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Al meterse en política, el español ¿por qué roba? ¿Es cosa del régimen o es cosa de la raza? Ortega, que odiaba al régimen (la Restauración), lo achacaba (señorito, al fin y al cabo) a la raza (“la masa, que es materia corrompida”), y con la Historia en la mano llevaba razón. Después de todo, ¿qué es en España un régimen? Desde hace un par de siglos, un lelilí de españoles de segunda pagando las copas a vascos y catalanes. Con la Restauración, con la República, con la Dictadura y con el Estado de Partidos, cuyas instituciones sólo se han tambaleado por Nico Williams.
–Esto con Franco no pasaba –refunfuñan los búmer.
Bueno, con Franco, los bilbaínos, y esto lo contaba Pemán, testigo del espectáculo, iban al ministerio de Industria muy temprano, y los catalanes iban a última hora de la mañana, cuando ya “el ministro, lidiado por los vascos, era una chatarra humana sin más deseos que el de marcharse a almorzar”.
–Todos a lograr su permiso de importación. Pero el permiso de pasear, de subir y bajar por la calle de Alcalá se lo otorgaban a sí mismos los andaluces.
Al hablar así, Pemán tenía la cabeza en Don Antonio Chacón y el tanguillo de los caracoles: “¡Cómo reluce / la gran calle de Alcalá / cuando suben y bajan / los andaluces!” Hoy diríamos cómo relucen las terracitas de Ayuso con las placas solares de Juanma Bonilla (“levántate, olivo cano / dijeron al pie del viento”).
Chacón: “Y caracoles, y caracoles: / que son tus ojos dos soles”… La invocación de los caracoles era uno de los dos misterios desconcertantes que Pemán explicaba con agudeza gaditana: los caracoles se acercan a los soles. ¿Por qué? Porque lo que los caracoles sacan al sol son los cuernos. El otro misterio era la invocación del separatismo en el franquismo, dictadura que, no oponiéndosele nadie, tampoco tuvo sobre quién ejercerse.
–Cabe sacar el ejemplo práctico de un jarrón de loza de Fajalauza o de Talavera. Se parte en dos por el eje: es el bipartidismo. Se cae al suelo y se hace añicos: es el pluripartidismo. Pero no partimos el jarrón ni le quitamos ninguna parte. Entonces hemos construido el partido único. Que es el jarrón entero; tal como está.
El jarrón entero cuya vista inspiró el “¡Cony! ¡Quina Catalunya ens ha deixat Franco!” de Tarradellas a Milián Mestre en el balcón de la Generalidad. Ortega achacó funestamente el separatismo profesional a la falta de “un proyecto sugestivo de vida en común” por parte de los pagafantas, que somos todos. “No puede ser un proyecto, sugestivo o repelente, lo que siendo involuntario deviene fatal o necesario”, refutaba, ociosamente en un país de cabestros, Trevijano. Y ahí seguimos, echando sugestiones al proyecto orteguiano: “Cataluña y País Vasco, exentos de acoger menores migrantes no acompañados”, titula un periódico. “Zapatero ofrece a Puigdemont un Consejo General del Poder Judicial catalán”, titula otro. Y siempre nos queda amnistiar a Negreira.
[Viernes, 11 de Julio]

