Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
La máquina de picar poesía no es García Montero y tampoco Gamoneda. La máquina de picar poesía se llama “Sea and Spar Between”, un invento de Nick Montfort, profesor de medios digitales, y Stephanie Strickland, poeta digital (nada que ver con el deseo de Wooody Allen de reencarnarse en las yemas de los dedos de Warren Beatty), capaz de producir tantas estrofas líricas como peces hay en el mar (alrededor de 225 billones, se calcula en el “post” de “Literatura Electrónica” que da cuenta del hallazgo), cifra que no alcanza por poco García Montero y tampoco Gamoneda.
Las estrofas que compone el aparato provienen de los poemas de Emily Dickinson y del “Moby Dick” de Herman Melville, pero podrían proceder perfectamente del “Ferrocarril de Matallana”, el poema predilecto de Zapatero, que además, al tratarse de un tren, da una idea de cadena de montaje más aproximada que un ballenero.
–Aún no hay luz en los vagones –nos diría un “Sea and Spar Between” cargado de lírica gamonedesca, pero añadiría la portada del periódico del día: “la luz se dispara un 9,8 por ciento para los pobres” (el de Gamoneda es un mundo de pobres)...
¿Esto es poesía? Colinas, que cultiva el verso con el mismo primor que el pelo, diría que no, pero a mí esa máquina me parece, como le pasaba a Bergamín con Góngora, una maravillosa herejía del dogma literario españolísimo de lo feo, que es lo que no perdonan nunca los castizos patos del aguachirle. ¿A qué esperan en el Ministerio de Cultura para adquirir el “Sea and Spar Between” y aligerar de poetas las nóminas?
Jack Lang, aquel cursi que se bañaba en leche de burra en Cannes siendo ministro cultural de Mitterrand, se propuso un día, hace de esto veinte años, dar a conocer a Rimbaud mediante una gran cadena poética iniciada en el consejo de ministros con “Eternidad”.
–Me pica Rimbaud –declaraba Lang a quien le quisiera escuchar.
Bueno, pues con el “Sea and Spar Between” podemos picar incluso a Gamoneda.

