sábado, 5 de julio de 2025

Villoviado, vacío




Casa en Villoviado y tumba (restos traídos de Alencon) en Lerma del cura Merino 


Francisco Javier Gómez Izquierdo


     Es cosa probada que el sintagma España Vacía o Vaciada es insólito pesebre inventado por relistos urbanitas, siempre atentos a regatear la estulticia administrativa que, acomplejada, decide sembrar euros sin distinguir el surco fértil del baldío.


   Los pueblos se quedan sin gente. Unos pocos se animan por julio y agosto con los veraneantes; con los nativos que se fueron a Bilbao, Madrid, Barcelona y por ahí.


   Con los hermanos seguimos el curso del Mataviejas por Silos. Comemos en Lerma. Antes entramos en Santibáñez, Castrillo Solarana, Nebreda y Villoviado, el pueblo del cura Merino. Don Jerónimo dejó una casa imponente a sus sobrinas y quebraderos de cabeza a la docena de habitantes de hogaño a cuenta de una forastera compradora extravagante que se apuntó a las subvenciones. La propietaria, a la que sobraba imaginación,estuvo en el pueblo pero ya no aparece. Dejó la casa en la plaza con sus tejas amenazantes de cometer homicidios. La casa del hombre del que dijo Napoleón preferir su cabeza a la de cuatro ciudades.


  En Villoviado hemos visto una persona. En Solarana, dos. En Nebreda, a nadie. Justo es apuntar que se nota vida humana en varias casas. No es julio en vano.


  Lerma anda animada.La tumba del héroe de la guerra de la Independencia está remozada. Cuidada, como los cementerios de la vega del Arlanza.


    Es menester respetar a los pocos castellanos que quedan en los pueblos de Castilla. Remover el puchero del aldeano en las ciudades puede que esté bien visto por los que manejan el relato, pero no está de más dejar constancia de que al pueblo no llega ni el olor.