Francisco Javier Gómez Izquierdo
Perdone Ud. si mi natural falta de acomodo a las muchas costumbres y opiniones que veo adueñarse de los paisajes y personas de las Españas no acabe de entenderlas. Al entrar esta mañana en el Patio de los Naranjos a beber agua del caño junto al olivo centenario de la fuente de la Mezquita, he vuelto a reparar en las poderosas aldabas de las puertas y me ha venido a la chola el dale que dale de las empresas consultoras de Fulano y Zutano, tan de actualidad. También, y no se por qué, me entran unos pareados de los Sabandeños que escuchaba en el radiocasette setentero y que con toda razón y conocimiento demonizaban a los intermediarios...en el negocio frutero ("¿de quién es ese vapor? / ¿de quién es ese velero? / Ése es un intermediario / en el negocio frutero / ¿Quién es ese potentado? / ¿quién es ése consejero?... y así en este plan). Hoy, aquél Luzbel se ha divinizado y, lo que es peor, multiplicado. Se les conoce como consultores y los hay de múltiples y variopintas especies. Los más codiciados y mejor pagados son los de currículum ministerial, tal que con antecedentes de ministro, subsecretario, director general... Cuando los releva otra parcialidad ó incluso ejerciendo aún sus compromisos públicos son fichados a la carrera por su segura rentabilidad. Los hay "echaos p'alante" que montan ellos mismos su propia consultoría, aliándose sin rubor con excargos importantes de parcialidades enfrentadas políticamente, dando la sensación, y perdónenme el atrevimiento, de que todo es un inmenso truco para nunca perder la gamella, el comedero, el pesebre... públicos de modo directo o por intermediación. Se convierten en aldabas colosales y los que venimos de escuchar a los Sabandeños, acompañándolos en la plaza de toros con "ése es un intermediario / en el negocio frutero", nos sentimos" atontolindraos" ante tanta desvergüenza legalizada y ante tanto rasgarse las vestiduras de los que nos quieren alumbrar ciertas cosas para las que no se precisa candil.
Que quede claro, que ésto que pongo es una impresión muy particular. Reitero que perdonen si les parece desvarío de necio que no sabe acomodarse al siglo.


