Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El Oriente era el Oriente, el Occidente era el Occidente y, según Kipling, jamás podrían encontrarse. Mas para nosotros, hoy, el Occidente es el mundo viejo que se va y el Oriente es el mundo joven que se viene, y en este claroscuro gramsciano florecen los monstruos.
Las tres descripciones de la monstruosidad que nos envuelve son “orientales”: la del “despotismo hidráulico” de Wittfogel; la de “La ponerología política”, o “patocracia”, de Lobaczewski; y la del “bioleninismo” de Spandrell (“soy un hombre europeo que vive en Asia y escribe un blog sobre el pasado y el futuro de la civilización”).
Wittfogel atribuyó a la escasez de agua la imposición de los métodos hidráulicos de control social: China, sociedad hidráulica. Para contrarrestar toda resistencia, el régimen hidráulico recurre a la intimidación, gobernando mediante el castigo con el argumento de que todos somos culpables:
–Un gobierno es absolutista si su mando no está controlado por fuerzas no gubernamentales.
Para Lobaczewski, que acuñó el término “patocracia”, la naturaleza humana requiere compensar los actos infames con una mística que silencie la conciencia moral: una ideología. Del inicio se encargan las personas capaces de ocultar sus aberraciones. Luego llegan los paranoicos, “y adoptan un rol activo”. Y al final, un individuo con una caracteropatía frontal y el más alto nivel de egotismo patológico se convierte en líder “cuya mediocridad mental y personalidad infantil acaba abriendo las puertas a la ponerogénesis (proceso por el que una organización política se convierte en malvada) del fenómeno” en una empresa, en un partido o en un estado.
El “bioleninismo” es hallazgo de Spandrell para nombrar la venganza del absolutismo en la era democrática: el poder no quiere ser dividido. El poder quiere ser absoluto. La separación de poderes es un producto intelectual heredado del conflicto entre élites de la Europa medieval que se acrecentó durante el advenimiento de la Modernidad: “La Modernidad como proyecto para construir un hormiguero con chimpancés atomizados en dos etapas; la segunda etapa, más insidiosa, es reformatear los chimpancés para convertirlos en hormigas, con el fin de lograr la estabilidad a largo plazo de La Colmena”.
–El “bioleninismo” es una política de personal de arriba abajo. El leninismo era una forma particular de contratar personas para tu organización, y el “bioleninismo”, una variante de eso. Un sistema de promoción del desperdicio social como fin último, que elimina la competencia en aras de la lealtad. Dado cómo funciona la sociabilidad humana, es un milagro que la competencia sea recompensada: la misma razón por la que todas las amas de casa quieren una niñera hondureña cuarentona en lugar de una ucraniana veinteañera. Una vez que entendí esto, dejé de preguntarme por qué la humanidad tardó tanto en desarrollar la ciencia y la industria.
Lo aterrador del “bioleninismo” es que no tiene alternativa.
[Martes, 22 de Julio]

