miércoles, 13 de junio de 2018

Moscú I

Nuevo Lopetegui

Hughes
Abc

En el control de pasaportes me he enterado del fichaje de Lopetegui. Desactivé el modo avión y me llegó una de esas alertas que llegan sin haberlas pedido. Ya no extraña ninguna noticia o nombramiento, me había despertado con Dennis Rodman llorando en la CNN y el día sólo podía ir a menos. Pensé inmediatamente en la relación de Lopetegui con Isco y en cómo ayudó a Casemiro en el Oporto. Luego en lo contradictorio que resultaba ese anuncio con su rueda de prensa de hace unos días, cuando afeó una pregunta sobre fichajes. Es criticable, supongo, pero no lo tenía claro. Mientras le daba a la agente rubia el pasaporte creyéndome Smiley, me alegré -en un rapto de humanidad que me sorprendió a mí mismo- por los periodistas que están con la selección, pues me parecía que les resolvía bien la semana y el trabajo.

Horas después, ya instalado y tras haber cenado un cuestionable strogonoff, leí las reacciones patrias, y digo bien con “patrias”, porque desprendían una preocupación por la selección propia de argentinos o algo así. Un sentimiento por la nacional desconocido. Pase lo que pase, veo, ya hay culpable para el fracaso de España en el Mundial. Éste será el mundial que España no ganó por el fichaje de Lopetegui.

Lopetegui fue un buen seleccionador sub-21 y ha desarrollado la transición que Del Bosque no quiso o no pudo acometer. Ha sido respetuoso con el sacrosanto “estilo” y lleva 20 partidos sin perder. Es un entrenador entre la impavidez y el pasmo que en eso conecta un poco con Zidane. Y debo de ser raro. No lo veo para tanto. En todos los mundiales los jugadores fichan por un equipo o por otro. También los entrenadores. Esto de Lopetegui es extraño y extemporáneo, criticable incluso, pero no necesariamente es un problema.

Sin embargo, veo a independentistas indignados, culés en ascuas por el destino de La Furia y luego a ciertos periodistas rojiblancos profesionales con sus inevitables ataquitos de sociopatía. Unos tíos pesadísimos que viven haciendo un periodismo de camiseta que no se ve en ningún sitio en Occidente. Una cosa aciaga y tercermundista, neuronalmente quinqui que lamentablemente imita el madridismo últimamente. Por mí como si se operan y se injertan una réplica del tupé de Simeone en el occipucio, pero que se tapen un poco luego con las “master classes”. Hay barras bravas del Independiente de Avellaneda con más ecuanimidad.

Durante los años en que se ha faltado el respeto a todo lo faltable no se quejó nadie y ahora resulta que el fichaje de Lopetegui arruina el Mundial e incluso la posibilidad de seguir a España. El Madrid no puede fichar a nadie del Sevilla, ni del Valencia, ni del Atleti ni del Barcelona ni de los equipos vascos, por no molestar. Ahora tampoco de la selección. Era el bucle final, el tirabuzón que faltaba: que volvieran a España contra el Madrid. La selección como nueva víctima del Madrid. Con todo lo vivido estos años y estos meses, el último que según estos ponderados analistas alteró la concordia de España fue… Mourinho.