jueves, 23 de abril de 2015

Stasi



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Fue el hallazgo del comunismo científico: por el bien del pueblo, el “hombre nuevo” sólo puede ser o madero o chota. La fórmula fraguó con la Stasi en la Alemania del Este, cuyo artífice, Erich Honecker, recibió en el 88 la Medalla de Oro de la Complutense.
El número de Rato, con ese guardia sobón que nadie sabe a quién obedecía, ha hecho salivar al hijo más preclaro de la Complutense, Pablemos, que se las echa de líder robespierrista de “les Colérer” y que se propone acabar con el paro y la pobreza por la vía rápida.

La pobreza es un término de comparación, de modo que, eliminando a los ricos, desaparecen los pobres.

Ricos, según la definición socialdemócrata de Garicano, que como demagogo es un Carmona para cursis, serían los que van en Ave (como yo, hoy, a Sevilla, a ver al Cid con los victorinos), y para eliminarlos tiene Pablemos la idea de convertir a los cinco millones de parados en mitad chotas y mitad maderos.

Los chotas de Pablemos serán anónimos y estarán protegidos. Ni siquiera Monedero, al comerse el roscón de la Lomana, podría estar seguro de que el muñeco de la sorpresa no fuera un micrófono fiscal.

Varoufakis lo ha puesto en marcha en la Hélade y Grecia es una locomotora de la economía de barrio, donde te puede denunciar desde el tío del bar que te pone la caña sin factura hasta la novia del mantero que te pilla con una película facha.
El Mayor Strasser ha sido asesinado –diría Pablemos, que es tan peliculero–. Detengan a los sospechosos habituales.
Un poco de capitán Renault por aquí (hombre, sin el cinismo inteligente de Renault), un poco de Robespierre por allá (hombre, sin la elegancia indumentaria de Robespierre), y a mandar. La dictadura de comité como forma de gobernación, sin Estado.

La virtud, sin la cual el terror es funesto; y el terror, sin el cual la virtud es impotente.
Es la cultura familiar del abuelo, con el Chaparro, el Vinagre, el Cojo de los Molletes y el Ojo de Perdiz. Y en eso consiste la Revolución.