Pitito, rodeado de romanos
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El separatismo catalán presentó en el Ateneo barcelonés su borrador de “Constitució”, obra de un tal Vidal, juez.
Y en esta “Constitució”, ¿cuál es el factor constituyente que hace falta para realizar un borrador de Constitución? Pues un sueño del juez Vidal: una república catalana… con él de juez.
El caso es que, así como Hamilton inventó en América la democracia representativa (la única conocida) sin saberlo, sin saberlo el juez Vidal puede haber “inventado” en Cataluña la democracia orgánica, con su unidad de poder y separación de funciones (no de poderes).
La democracia formal es el reglamento que garantiza la libertad política, y requiere de dos condiciones indispensables: representación de los electores (negada por el sistema de listas) y separación de poderes (no de funciones).
Nada de esto asoma en el borrador del juez Vidal, en cuya “Constitució” la representación política del americano Hamilton es sustituida por el “Estado de Partidos” del alemán Leibholz.
Hamilton establece en la Constitución americana la separación entre Nación, a la que corresponde hacer leyes, y Estado, al que corresponde gobernar.
Leibholz da rienda suelta al ideal fascista de la integración de las masas en el Estado mediante partidos políticos constituidos en órganos estatales que viven del Estado.
La “Constitució” establece el sistema de listas y prohíbe… ¡las mayorías absolutas!, extravagancias que hacen de Vidal un epígono, más que de Leibholz, del gran Pitito, marqués de Martell y espíritu burlón de la Gauche Divine en las legendarias noches barcelonesas de Bocaccio, aunque su noche gloriosa fue en el “Royalty Theatre” de Londres: entró (ya empezado “Oh Calcutta!”) con un traje de cascabeles y paralizó el espectáculo.
También se da por abolido el ejército.
–Nuestras únicas armas serán el dragón y la rosa –revela Vidal.
Quevedo silbó llamando a un ruiseñor y salió una lechuza. El separatismo catalán silba pensando en una Suiza y le sale una Albania.