miércoles, 18 de febrero de 2015

Gallitos

Manolo y Pepe Bienvenida, hijos del Papa Negro, paseando por Nueva York
 el 17 de junio de 1927, antes de torear en en el Coney Island Stadium


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Pablemos gallea, mas no es Gallito, y no creo que con esto empuje uno a Maduro, el chófer de Venezuela, a nacionalizar, por venganza, a alguna empresa española.
Tampoco es Millán Astray, para quien cerraron la Quinta Avenida camino de West Point, ni Gonzalón, que dijo preferir la muerte de un navajazo en el Metro neoyorquino a una vida de marmota en la Plaza Roja de Moscú.

En la socialdemocracia, la política es marketing y glamour, y todo el marketing y todo el glamour de Pablemos está copiado del felipismo setentero.

González y Pablemos son oportunistas (aupados por la derecha) que tienen una parla cantinflesca que les permite, a uno ir de Pablo Iglesias chistoso, y al otro, de Lenin achuchable.
Lenin tuvo que irse a México por diferencias con el sanguinario Stalin –dice Carmen Lomana, que sabe de Lenin por Monedero y no por D’Ors, que acertó a ver en su retrato oficial el aire vago de adormecimiento bizco que da el haber gustado excesivamente de la sangre.

Tan jóvenes y tan estudiadamente corcovaditos (¡el peso de la púrpura!), por sus bolsillos corren las propinas de Chávez y de Willy Brandt.
“¡Patriotas de hojalata!” llamaba a los peperos González (repetido luego por Zapatero), y Pablemos ha ido a llamarlos “¡traidores a la patria!” en el Tea Party progre de Amy Goodman, la Pilar Urbano del Hudson (“¡Esa esponja gris! / Ese marinero recién degollado. / Ese río grande. / Esa brisa de límites oscuros. / Ese filo, amor, ese filo.”)

Pero Pablemos no es Gallito.

Gallito llegó a Nueva York y acudió de smoking a una fiesta de la nieta de Rockefeller. Lo acompañaba una estrella de Hollywood que lucía sobre sus hombros morenos su capote de paseo. Fue el héroe de la noche y las señoras se lo disputaban. De hecho, Greta Garbo, la Divina que Groucho Marx confundiera con un sujeto de Kansas, le pidió (“con vehemencia”) que le enviara otro desde Sevilla.

Pablemos, en fin, está en un “salsipuedes” con Maduro, que no va a dejar de él ni la raspa.