lunes, 9 de abril de 2012

...y cada noche, sábado


-Mientras que no tenemos reparos en mostrar la carne viva en cualquier circunstancia y de cualquier manera, ocultamos la carne muerta. No se debe, por ejemplo, enseñarla a los niños, no sea que se vayan a traumatizar. El pecado de la carne es hoy el de la impudicia de la carne muerta. En los funerales ocultamos el cadáver y contratamos a músicos, para hacer de la muerte algo sentimentalmente etéreo. Nos cuesta entender que alguien esté dispuesto a dar la vida por nosotros, especialmente si después hemos de decidir qué hacer con su cadáver...