sábado, 5 de noviembre de 2011

Grecia y yo


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Defender el derecho de Grecia a votar lo que haga con su deuda nacional es defender mi derecho a votar en casa si le pago al Banco la hipoteca. Lo que pasa es que Grecia está muerta. Y yo, en tanto que hipotecado, también.

¿Quién quiere hoy el voto de unos muertos, si hasta los caciques electorales van por la calle pidiendo para tabaco?

El cierre económico de Grecia nos pone justo en el año 529, fecha de clausura de la Academia platónica de Atenas, ¡el mundo de la cultura!, aunque una broma al lado del Niemeyer de Avilés o el Creaa de Alcorcón, con su auditorio “como un risco del cañón del Colorado”, su circo estable y su residencia de artistas, todo ello al grito de “el dinero público no es de nadie”, con el resultado de una deuda municipal doce veces superior a la declarada por un alcalde mezcla de Willy Fog (once veces la vuelta al mundo, según los cálculos de la oposición) y del Borges enamorado de los babilonios, en cuyo sistema sexagesimal 60 se escribe 10, razón por la cual la deuda alcorconera parecía doce veces menor.

Haciendo creer que la cultura ministerial es la verdadera cultura, Francia fundó una cleptocracia cultural que ha llevado a la quiebra económica y moral de Europa.

La cultura pasa frío en el mercado –dijo famosamente Carmen Calvo.

Pero en el año 529, mientras la Academia de Atenas echaba el cierre, San Benito inauguraba el monasterio de Montecassino bajo el lema, terrorífico para esta generación golfa, de “ora et labora”.

La Historia se repite como farsa.

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