Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Cuando Victorino Martín (el paleto de Galapagar que da nombre a la mejor ganadería de la historia) era Victorino Martín, sus corridas se componían de un buey que no embestía, de un toro que embestía haciendo el avión y de cuatro regalos gazapones y tobilleros (“alimañas”, para la crítica) que traían al torero por la calle de la amargura.
Gazapón y tobillero (o sea, “alimaña”) se presentó en el Bernabéu el Atlético, que sigue siendo un “victorino” (venido a menos, como los toros) del fútbol, pero con un moruchero al frente, Manzano, el psicólogo de Bailén, en cuyos campos el viejo general Castaños hiciera morder el polvo por vez primera a los mozos de Napoleón, entre los cuales alguno llevaría el nombre de Courtois.
Pobre Courtois, que un día dijo que él nunca jugaría en el Madrid y duró veinte minutos en el Bernabéu: penalti de portero tronco y expulsión de árbitro liberal.
–Siempre pasa algo a favor del Madrid en momentos puntuales –dice el psicólogo de Bailén.
¿La expulsión de Casillas en el campo del Español, a los tres minutos y por falta en el pico del área, por este mismo árbitro liberal? ¿El fuera de juego de Adrián en el gol del Bernabéu? ¿La amarilla de Perea por el gañafón a Ronaldo? ¿La picadora de tobillos (“partido bronco y feo”) a expensas del liberalismo arbitral?
El psicólogo de Bailén, que siente el aliento del Sabio de Hortaleza en el cogote, fue maestro de Enrique Ponce en Jaén, pero no puede con un equipo liderado por Sergio Ramos, con fama de vérselas con toros de a quinientos.
Y lo que la prensa deportiva había presentado como “el derbi más otomano” (los turcos del Madrid más alguno del Atlético) quedó en una faena de aliño del Madrid (macheteo sobre las piernas) y estocada. Ante el toro tobillero, nadie espera más del torero. Y en el Fondo Sur apareció la pancarta hiriente de las peñas pidiendo toros con trapío de derbi, lo cual, en esta España de repente tan victoriana que nos hemos dado, fue tomado por algunos como falta de respeto, sin reparar en que el propio Gallardón, que tira a colchonero más que a merengón, había vallado Cibeles, pero no Neptuno.
(...)
Y a Casillas le digo que el amarillo es mal color, de muy mal fario en los juegos de azar (lidia, fútbol), y más propio de un peón caminero del Mopu que de un portero del Madrid, mientras los goles bobos van cayendo en su portería como los tejos en la mesa de la rana.
¿Que el agnosticismo mostoleño carece de supersticiones? Yo, que no soy de Móstoles, tengo las mías: Del Bosque ha gafado al Barcelona votando “a Messi y a Pep” para ese Balón de Oro que debería llamarse “Pilota de la Humilitat”.
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“CARIÑOS QUE VOTAN”
Al descanso del derbi, en los corrillos del Bernabéu se hablaba, con consternación, del cariño al descubierto del marqués por el Barcelona (que luego caería en Getafe “afusilado” como el Corazón de Jesús por los hombres de Ángel Torres). Cariños que matan, cariños que votan. Rodrigo de Triana se hizo mahometano porque Colón no le pagó la recompensa prometida al primero que viera tierra, y Del Bosque se haría culé seguramente el día que no le renovaron el contrato. Va en el carácter español.
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Al descanso del derbi, en los corrillos del Bernabéu se hablaba, con consternación, del cariño al descubierto del marqués por el Barcelona (que luego caería en Getafe “afusilado” como el Corazón de Jesús por los hombres de Ángel Torres). Cariños que matan, cariños que votan. Rodrigo de Triana se hizo mahometano porque Colón no le pagó la recompensa prometida al primero que viera tierra, y Del Bosque se haría culé seguramente el día que no le renovaron el contrato. Va en el carácter español.
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