Ricardo Bada
El Espectador
Hace poco la revista Nature dio cuenta del descubrimiento en Argentina del fósil de un mamífero tipo ardilla, con dientes como sables, al que su descubridor, Guillermo W. Rougier, bautizó Cronopio dentiacutus. ¡Lo feliz que estaría Julio Cortázar con esa taxonomía suya en el mundo de la ciencia!
Son pocos los escritores que han dejado su huella en el mundo de los descubrimientos científicos. Uno de ellos, Goethe. Los mineralogistas bautizaron con el nombre de goethita un óxido de hierro que al soplete se funde sólo en los bordes. Es casi una metáfora de la obra del genio de Weimar: por mucho fuego crítico que se aplique a su superficie, el centro es refractario al incendio exterior y es porque se alimenta de su propia combustión.
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Hace poco la revista Nature dio cuenta del descubrimiento en Argentina del fósil de un mamífero tipo ardilla, con dientes como sables, al que su descubridor, Guillermo W. Rougier, bautizó Cronopio dentiacutus. ¡Lo feliz que estaría Julio Cortázar con esa taxonomía suya en el mundo de la ciencia!
Son pocos los escritores que han dejado su huella en el mundo de los descubrimientos científicos. Uno de ellos, Goethe. Los mineralogistas bautizaron con el nombre de goethita un óxido de hierro que al soplete se funde sólo en los bordes. Es casi una metáfora de la obra del genio de Weimar: por mucho fuego crítico que se aplique a su superficie, el centro es refractario al incendio exterior y es porque se alimenta de su propia combustión.
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