El homenajeado, correctamente, vestido,
y el pagafantas, alcalde de Madrid, arremangado como Pentapolín
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Con la Liga de “la Coviz” ya decidida, el espíritu futbolero se solaza en la nostalgia (¡diez años!) del tiquitaca surafricano.
El Real Madrid de Mourinho, el entrenador del autobús defensivo, al decir de sus detractores, que tuvo muchos (fue el mayor detector de tontos que habíamos conocido, antes de Trump), ganó la Liga más ofensiva, con el récord de goles a favor, y el Real Madrid de Zidane, el Patton de la ofensiva, abierto en ataque cual vulva oferente (“vulva oferente, balano embravecido”, bramaba un poeta que tuve de director), gana la Liga más defensiva, no sé si con récord de no-goles en contra, del que es primer responsable ese estafermo belga, entre Epi y De Gaulle, que es Courtois, que parece un monumento a Iríbar, el más grande. (La tarde más feliz de mi infancia futbolera fue la de la Nochevieja del 72, cuando el Burgos le metió cinco goles a Iríbar, con “hat trik” de Angelín, un señor bajito de Zaragoza que hacía de extremo en El Plantío).
Zidane gana la Liga con la misma solvencia defensiva que la ganó Simeone, cuyo prestigio se basa, como el de Rommel, en la grandeza del Muro Atlántico, que en su caso es el Muro Atlético de Oblak y demás literatura fantástica. Tan fantástica que, al final, con el Muro Atlético sucede lo mismo que con el Muro Atlántico: aparecen por donde menos se los espera unos señores mañosos y te echan el templete abajo. A Rommel lo invitaron a suicidarse, pero a Simeone lo invitan a renovar. El “pasillo de seguridad” que le ha valido a Zidane la Liga de “la Coviz” lo forman Courtois, Ramos, Casemiro y Benzema, cuya misión es “bajar a recibir”, como un asesor cultural de Almeida, el madrileño alcalde cervantino de Daganzo (como Humillos, como Jarrete, como Carmona, como Berrocal, como Rana), que para no llevarse collejas en los barrios tiene dicho que es del Atleti.
–¡Iniesta de mi vida! –tuiteó Almeida–. 10 años. Yo también me quedé sin voz. Cuando el tiki-taka nos llevó a la cima del mundo.
Con ser cristiano viejo (liberalio, para entendernos), Humillos se atrevía a ser “un senador romano”; Jarrete sabía “calzar un arado bravamente”; Berrocal tenía en el paladar un huevo de sabores estampados; Pedro Rana prometía una vara de encina y de roble para que no se doblara “al dulce paso de un bolsón de ducados”; y Almeida tiene el tiquitaca (tuya, mía, tuya, mía) por consenso.
Almeida no lo sabe, pero el tiquitaca es un invento colchonero (entretenimiento de entrenamiento) de Marcel Domingo, Luis Aragonés se queda con la copla y, al coincidir en su época de seleccionador una plantilla de pequeños Almeidas con la decadencia del marcaje individual, lo implanta en el Combinado Autonómico que gana la Eurocopa de 2008. El tiquitaca, pues, es un consenso (tuya, mía, tuya, mía) sin corrupción política hasta que lo pillan en Barcelona. El tiquitaca futbolero en Suráfrica llevó al Combinado Autonómico a “la cima del mundo” para aliviarnos de la crisis económica. Y para celebrar el tiquitaca el alcalde de Madrid ha cerrado un Consenso Históricocon que recuperarnos de la crisis de “la Coviz” cuya primera piedra ha sido llamar “Corazón partío” (ya puestos, casi mejor “Se le apagó la luz”) a un puente de Moratalaz, barrio de Alejandro Sanz, que ha tenido el detalle de pasar el confinamiento en Madrid, razón por la cual el equipo cultural de Almeida decide montar el tiquitaca de la placa de bronce (¡aprende, Plácido!) por unos módicos cuarenta mil euros (comparados con los cachés de Génesis y Tina Turner que nos traía Fernando Gracia en los 80), naturalmente sin la presencia del Doctor Simón, tan solicitado en los ruedos como Ponce, que hubiera disparado los costes. Almeida diciendo que es indio y Sanz diciendo que es vikingo (a veces dice que bético verderón). ¡Consenso!
Como bien bonito lo tiene dicho Bioy, la nostalgia sirve para reforzar la fascinación:
–Una muchacha que, entre sollozos, me dijo que había perdido a su padre, valientemente se sobrepuso para agregar: “Por suerte pudimos cumplir su voluntad. Como teníamos el disco, mi padre murió oyendo ‘Era una volta un piccolo navio’.”
Tuya, mía, tuya, mía. ¡Y a la vuvuzela!
COMBINADO AUTONÓMICO
En España todavía queda gente que no es abogado del Estado y le cuesta entender por qué lo que el periodismo deportivo llama por consigna política “la Roja” (invento del Sabio de Hortaleza para resolver el problema de la “conllevancia” en el vestuario español) es, ni más ni menos, un Combinado Autonómico. La explicación la ofrece la Guardia Civil resumida en un tuit conmemorativo de la Copa del Mundo en Suráfrica: “Un andaluz, un madrileño, un catalán y un castellanomanchego se unen y nos hacen campeones del mundo. ¿Recuerdas?” Si a don Santiago Bernabéu, que era de Almansa, alguien le llama, aunque fuera de la Guardia Civil, “castellanomanchego”, le da una entrada para asistir en Valdebebas a los rondos de Isco, que hace de giróvago, con Lucas Vázquez. Pero Bernabéu no llega a ver la Constitución que hace suyas (¡las Autonosuyas de Ozores!) las Autonomías que un socialista del sur pusiera en la mesa de la Junta Democrática para dar salida a la militancia provincial.