miércoles, 15 de julio de 2020

Las fuentes de Fuentes Blancas

 Fuente de la Salud

 Fuente de la Teja

 Fuente del Castaño

Fuente del Prior


Francisco Javier Gómez Izquierdo

No hay lugar más a propósito para huir de "la caló" de las Andalucías que Burgos, y si se quiere la excelencia del frescor "salutífero", acérquese tempranito de paseo a Fuentes Blancas y goce con lo que usted cree imposible en julio.
 
Fuentes Blancas es mi niñez y adolescencia, meriendas de cuadrilla, baños insensatos, pachanguita con un Curtis y ahora, cada vez que vuelvo, veo un lujo silencioso de los burgaleses que disfrutamos sin darle importancia, y no como los neoyorquinos que tienen un Central Park para sacarlo en los cines.
  
Esta mañanita con 12° a las ocho he recorrido las fuentes de Fuentes Blancas en las que bebiamos agua sin miedo y sin carteles. Agua que un señor de San Sebastián quiso explotar a principios del siglo XX a cambio de un céntimo por litro. El señor Vasco pujaba por la de la Salud en la que me echo un trago a pesar del letrero que avisa de falta de garantías sanitarias. A la de la Teja iba el personal con el coche cargado de garrafas para el suministro semanal por su fácil acceso desde la carretera, habilitado por el Ayuntamiento allá por los 60. En la del Prior, junto a la playa de Burgos y a  diez metros de la pared de la Cartuja, los mozos  se juntan al atardecer con las mozas como nos juntábamos. Nosotros con chorizo, morcilla y clarete. Éstos, alrededor del Ron y la Coca-Cola lejos de la mirada de la autoridad que sabe que están allí pero deja hacer. La del Castaño se adecentó más tarde. De ella no sale agua, pero llama la atención el escudo que se subió de otra fuente del Espoloncillo cerca del la catedral, y que el Ayuntamiento dedicó al nacimiento de Isabel II.
   
¡Miedo da volver!