sábado, 4 de julio de 2020

Lo que pasa

Rafael Sánchez Guerra


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    En los 40 llegan a España unos periodistas mexicanos para entrevistar al General, y hablan de toros y democracia, que es lo nuestro. En el repaso de políticos, el General salta sobre Llopis, Vayo, Irujo…, y se detiene en Rafael Sánchez Guerra, conspirador, periodista, presidente del Real Madrid, exiliado y… dominico.
    
Su propio padre, don José, opinaba que Rafael no servía para nada. Y no se equivocaba. Es muy tonto. Por encargo de su padre lo tuve a mis órdenes. Después trabajó con don Torcuato, en ABC, que me decía: es curioso este don José: muy decente, muy correcto, pero yo tengo que mantenerle al hijo, pues le pago sin que haga nada.
    
A finales del 28, Juan Ignacio Luca de Tena, que dirige ABC en ausencia, por enfermedad, de su padre, pide a Sánchez Guerra una glosa del año que se va, y el político, desde su exilio voluntario en París, responde:

    –Lo que pasó, lo que no pasó y lo que pasará. Me pides, querido Juan Ignacio, una cuartilla para ABC que tenga por tema algo de lo que “pasó” en 1928, que está, cuando escribo, a punto de “pasar” a la Historia… ¿De lo que “pasó”?... Más fácil me sería, y tú lo sabes, aun limitado a mi relación con ABC, hablar de lo que “no pasó”, y, abarcando con el pensamiento mayor horizonte, de lo que “pasó” y “pudo pasar”, de lo que pasó y no “debió” de pasar, de lo que “está pasando” y de lo que “pasará”... Pero si yo escribiera algo de esto… ¿pasaría?...
    
Esta cuartilla sería hoy la más alta expresión de la España oficial sobre este año 20 de “la Coviz”, con sus 50.000 muertos que nadie reclama. “Pasar”, es la clave. La tragedia requiere, decía Ruano, un ambiente trágico, una ridícula lucha de los últimos elementos de la felicidad contra la desgracia que llega.
    
Pero si de un salto se coloca uno más allá de la desgracia y se echa a dormir, la desgracia no suele clavarnos el diente. Lo de cerrar los ojos para que no nos vean no es ninguna tontería.
   
 Todo pasa por que no pueda vernos sino aquél a quien vemos.