Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Soberano es cosa de hombres, porque ¿quién es soberano?
–Soberano es quien decide el estado de excepción.
En España, Torra y Pla, no esa juez Coke de Lérida que debe de ser alguna turista alemana que se quedó a vivir en algún bosque de Viella.
–Este maravilloso sistema fue inventado en los bosques de Germania –dice Montesquieu del sistema de gobierno inglés.
Los alemanes no son unos locos de la democracia, pero dan grandes juristas. Hay que ser muy brillante para, sin tener delante a Torra y Pla, ver que “soberano es quien decide el estado de excepción”. Es el mismo jurista que funda la ciencia constitucional, materia que tampoco importa a nadie en España, país de leguleyos, no de juristas.
Leguleyos son esos picapleitos que no dejan ver el bosque y que piensan lo mismo que Torra y Pla, sólo que después. Y hay que agradecer a Torra y Pla su descarnada manera de explicarnos la tautología Estado de Derecho, que es el Derecho que le sale de los mismísimos al Estado, que es Torra y Pla, más español que las batas de cola.
–La ley –se burlaba un gran cronista nuestro– es una secreción natural del alma española. Con nuestra legislación, parece imposible que la injusticia y la incomodidad puedan existir. Pero, en extraña compensación, no atinamos después a aplicarla.
Y ponía el ejemplo de la fiebre amarilla en Cuba: contra ella, España hizo una ley magnífica, pero los isleños seguían cayendo como moscas. Se enviaron comisiones, con dietas rechonchas, que concluyeron que era un caso de malos patriotas que, imbuidos ya de ideas separatistas, se dejaban atacar por la fiebre amarilla para desprestigiarnos.
–Hasta que llegaron los yanquis. Los yanquis no dictaron ninguna ley. Hicieron una cosa pequeñita, menuda, sin ciencia, sin capítulos, ni artículos, ni preámbulos. Sencillamente, mataron los mosquitos. Y así acabó la fiebre.
¿Por qué la naturaleza se resiste a leyes magníficas y se doblega ante un poco de petróleo esparcido en los terrenos pantanosos?