Márquez vs Pacquiao
Dos hombres y un destino
José Ramón Márquez
Los toros y el boxeo, que tanto nos gustan. Y en el mismo día tenemos un combate en Las Vegas y una corrida en México DF para hacer ver el valor de la autenticidad, o dicho en palabras famosas de Abraham Lincoln, para dar fe de que si bien se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, no se puede engañar a todos todo el tiempo.
I
Nos tiene contado Manolo Cascante que el otro día el combate entre Márquez y Pacquiao sirvió para ‘detener un país’. El país, como es natural tratándose del corresponsal del ABC en México, es México. Alrededor de lo que ocurría entre las doce cuerdas que habían puesto en el MGM de Las Vegas, Nevada, alrededor del cuarto enfrentamiento entre el mexicano y el filipino, todo un país se subió al ring con uno de los suyos, sufrieron con él en el espeluznante quinto round y gritaron cuando la rotunda mano derecha de Juan Manuel Márquez echó a la lona a toda la violencia de un tremendo boxeador que minutos antes le había castigado de manera espeluznante. La comparación, para los aficionados a los toros, entre el inmenso tour-de-force entre César Rincón y Bastonito es el mejor resumen de ese épico combate en el que, para mayor gloria, no había ningún título en juego.
II
Imaginemos a un ciudadano que habita en el DF en Vallejo, en Portales, en Polanco en Cuauhtémoc o en la Obrera que contempla enardecido la lucha sin cuartel y el triunfo inapelable de Márquez sobre Pacquiao. Imaginemos que ese hombre se acerca por la tarde a la Monumental, que el tipo se compró sus boletos para ver a Zotoluco, Manzanares y Aguilar, con toros de la ganadería de Marrón. Se aposenta en el tendido y de pronto empiezan a salir esos bicharracos a corretear por Insurgentes, esas mascotas. Y el hombre, que unas horas antes ha visto la realidad de dos hombres peleando a sangre y fuego, el fulgor de la derecha de ‘Dinamita’ en la mandíbula de ‘Pac Man’, se aburre como un ostrogodo en la contemplación de la feble condición de los torillos, de la desesperante sensación de que no pasa nada, del déjà vu que siempre es la corrida de toros en la que brillan por su ausencia los toros, espectáculo final y terminal sin emoción ni interés.
III
Hablemos ahora de nuestro compatriota Manzanares, y para ilustrar el calado de lo que nuestro imaginario hombre contempló, digamos, según nos relatan en Aplausos, que el primero de sus toros, ‘Vagabundo, ‘embistió descompuesto’, que acaso ya nació descompuesto, y además ‘estaba agarrado al piso’ como uno de esos a los que van a desahuciar, mientras que el segundo, ‘Mal Querido’, ‘no humilló’, acaso porque ya era el bicho una humillación desde su cuna y además estuvo ‘sin romper hacia adelante’, que me parece que eso es lo mismo que lo de estar agarrado al piso, pero dicho de otra manera.
IV
Con mimbres no muy distintos de los de la México planea Manzanares su ‘encerrona’ de Sevilla. Algo más de volumen, algo más de fuerza, algo más de cara. Pero Manzanares no se enfrentará a toros como ‘Pac Man’ o ‘Dinamita’. Manzanares se buscará unos sparrings con los que ensayar sus fintas, sus jabs con la izquierda, sus crochet de derecha, sparrings con los que marcar su estilo para enardecer a los que, anonadados de estética decadente, aman el desmayo y detestan el KO.
I
Nos tiene contado Manolo Cascante que el otro día el combate entre Márquez y Pacquiao sirvió para ‘detener un país’. El país, como es natural tratándose del corresponsal del ABC en México, es México. Alrededor de lo que ocurría entre las doce cuerdas que habían puesto en el MGM de Las Vegas, Nevada, alrededor del cuarto enfrentamiento entre el mexicano y el filipino, todo un país se subió al ring con uno de los suyos, sufrieron con él en el espeluznante quinto round y gritaron cuando la rotunda mano derecha de Juan Manuel Márquez echó a la lona a toda la violencia de un tremendo boxeador que minutos antes le había castigado de manera espeluznante. La comparación, para los aficionados a los toros, entre el inmenso tour-de-force entre César Rincón y Bastonito es el mejor resumen de ese épico combate en el que, para mayor gloria, no había ningún título en juego.
II
Imaginemos a un ciudadano que habita en el DF en Vallejo, en Portales, en Polanco en Cuauhtémoc o en la Obrera que contempla enardecido la lucha sin cuartel y el triunfo inapelable de Márquez sobre Pacquiao. Imaginemos que ese hombre se acerca por la tarde a la Monumental, que el tipo se compró sus boletos para ver a Zotoluco, Manzanares y Aguilar, con toros de la ganadería de Marrón. Se aposenta en el tendido y de pronto empiezan a salir esos bicharracos a corretear por Insurgentes, esas mascotas. Y el hombre, que unas horas antes ha visto la realidad de dos hombres peleando a sangre y fuego, el fulgor de la derecha de ‘Dinamita’ en la mandíbula de ‘Pac Man’, se aburre como un ostrogodo en la contemplación de la feble condición de los torillos, de la desesperante sensación de que no pasa nada, del déjà vu que siempre es la corrida de toros en la que brillan por su ausencia los toros, espectáculo final y terminal sin emoción ni interés.
III
Hablemos ahora de nuestro compatriota Manzanares, y para ilustrar el calado de lo que nuestro imaginario hombre contempló, digamos, según nos relatan en Aplausos, que el primero de sus toros, ‘Vagabundo, ‘embistió descompuesto’, que acaso ya nació descompuesto, y además ‘estaba agarrado al piso’ como uno de esos a los que van a desahuciar, mientras que el segundo, ‘Mal Querido’, ‘no humilló’, acaso porque ya era el bicho una humillación desde su cuna y además estuvo ‘sin romper hacia adelante’, que me parece que eso es lo mismo que lo de estar agarrado al piso, pero dicho de otra manera.
IV
Con mimbres no muy distintos de los de la México planea Manzanares su ‘encerrona’ de Sevilla. Algo más de volumen, algo más de fuerza, algo más de cara. Pero Manzanares no se enfrentará a toros como ‘Pac Man’ o ‘Dinamita’. Manzanares se buscará unos sparrings con los que ensayar sus fintas, sus jabs con la izquierda, sus crochet de derecha, sparrings con los que marcar su estilo para enardecer a los que, anonadados de estética decadente, aman el desmayo y detestan el KO.
Primera mascota mexicana de Manzanares
Segunda mascota mexicana de Manzanares