CIVIDANES, II
-Hace
años, Ramón Pérez de Ayala se disponía, desde Barcelona, para un viaje a
Salamanca. Sus amigos le dijeron: "Ten cuidado no te coja al llegar
Cividanes, porque estás perdido;
te leerá sus poemas; te acompañará por toda la ciudad sin dejarte
respirar". Pérez de Ayala tomó el tren; su vecino de compartimiento le
preguntó, como iniciación de charla viajera: "¿Va usted muy lejos?" "Sí,
señor; voy a Salamanca." "¡Caramba, qué feliz casualidad! Yo soy de
allí y allá voy: soy Cividanes, para servir a usted, señor Pérez de
Ayala; su admirador devoto."
HISTORIA DE UNA TERTULIA / ANTONIO DÍAZ-CAÑABATE
Ignacio Ruiz Quintano