Francisco Javier Gómez Izquierdo
El futbolista Xavi Hernández es excelente en lo suyo. Un servidor no ha conocido a nadie como él, pues sin tener la calidad de Johan Cruyff, la descomunal técnica de Maradona, o la elegancia de Zidane... no he visto pelotero con mayor influencia en un once, ni mayor inteligencia en el campo..., pero Xavi Hernández, que me tiene como el más devoto de los aficionados, cae en ese pecado tan español de echar la culpa a otro. Entre los de su aldea -España es una geografía de aldeas- se censan los más pagados de sí mismos, siendo los más reacios a pensar y los más egoístas de entre los españoles, constando la largueza del Estado para con sus haciendas.
Dice Xavi que no le gusta que no le dejen hablar en catalán, y graban sus palabras como si hablara Sócrates y por su boca brotara sabiduría. Personalmente creo que la sandez no tiene exclusividad y tanto los inclasificables discursos de Maradona como la ausencia de culpa de Cruyff pueden encantar a los ya hipnotizados, pero cualquier bachiller de los de mi época no aceptaría como dribling el torpe adjetivo tras el sustantivo necio.
Una cosa es hablar y otra tener razón... dicen en Castilla. La parla de Xavi demuestra no comprender lo escrito y la necesidad del ministro de enseñarle a él -al que teníamos entre los listos- y a todos los españoles a leer, pues un pueblo que no sabe leer es imposible que entienda nada. Xavi ha oído la palabra prohibir y no le cabe que tal verbo ejerza en su aldea, por lo que la culpa es de otro y no de los suyos... y en vez de parar en el Instituto de su barrio y asistir a una clase de Matemáticas o Geografía para comprobar lo que cualquier cincuentón tenemos por evidente, ha creído a los que le hablan en necio para que el vulgo aplauda. A Xavi no le vamos a preguntar por Lope de Vega por ser exigencia impropia en el siglo, pero sí quiero recomendarle que se entere de dónde vive y lo fascista que es prohibir. Los próceres de la educación de su aldea -tan numerosos como dañinos- prohíben estudiar en castellano y en su locura creen que un quinceañero sonriendo con Quevedo es un asqueroso imperialista.
A los hijos de usted, Xavi, y a sus sobrinos nadie les va a prohibir estudiar y hablar en catalán. Al nieto de un pariente mío que acudió a las fábricas que puso Franco en Cataluña no le dan libros en roman paladino y, como la hermana de Messi, ha vuelto al pueblo del abuelo.
¡¡Con lo que yo estimo a Xavi .... y que me haya salido tan ovejuno!!