lunes, 2 de mayo de 2016

Mayo en Córdoba

 La Cruz ganadora
San Francisco

 Cola para el Alcázar a las 12,30

Arte inolvidable, encontrado de sopetón

Francisco Javier Gómez Izquierdo

A los mayos  ha venido la cuadrilla de Burgos -ocho amigos de los de toda la vida-,  por lo que con mucho gusto  he aparcado totalmente el fútbol de la jornada y me  he subido con ellos  a  dormir a una casa de la Sierra Morena, a doce kilómetros de curvas de Córdoba. Pregunté por el resultado del equipo en Oviedo a la hora de comer y me dijeron que había perdido 1-0,  pero que había jugado muy bien. No sé, pero el caso es que estamos en situación de ni fu ni fa y con ganas de que acabe la temporada.

   Como no procede que este lunes describa el fútbol que  no he visto, prefiero traer la inmensa alegría de la visita de los amigos y para que entiendan mi justificada animadversión hacia esos políticos andaluces obsesionados con mandar en el mayor número posible de cortijos les voy a resumir las vergonzosas peripecias de este puente.

    Programé con aplicación los lugares a visitar por los burgaleses y ayer domingo tenía previsto enseñarles Medina Azahara, no sé cuántos años ya sin Salón Rico, por cierto. Bajamos serpenteando desde Trassierra y nos topamos con el portón cerrado y con varios turistas intentando buscar respuestas ante lo inexplicable. Todo eran lucubraciones entre personas decepcionadas. El taxista que había llevado a tres viajeros apuntó que la no apertura podría deberse a ser el 1º de mayo, pero el caso es que hoy, lunes, 2, tampoco se abre, porque todos los lunes se descansa. Después de comer pensábamos acercarnos al Alcázar de los Reyes Cristianos, pero ante el imprevisto decidimos hacerlo por la mañana. Llegamos y vimos que por la tarde cerraban... y hoy lunes también. A las dos y media todo el mundo debía estar fuera. Imaginarán el sacrificio que puede suponer para un servidor tener que hacer cola durante más de una hora para entrar a un lugar donde puedo hacerlo cualquier día con la tranquilidad que requiere pasear sin prisas entre las flores. Nos tocó entrar a la una y diez. Detrás de nosotros seguía quedando una cola a la que no se veía el fin mientras el portero que cortaba los tickets avisaba a los que entrábamos que a las dos se cerraba el monumento. No vimos el Alcázar a gusto porque los cuidadores, uno de ellos con un sombrero de paja para que no se le vieran las malas ideas, cerraron las torres, privando a mis amigos admirar Córdoba y el Guadalquivir desde las almenas.

     ¿Por qué se sabe en todo el mundo la espectacularidad de los mayos cordobeses y los políticos de la ciudad se empeñan en incomodar al mundo? La alcaldesa de Córdoba es doña Isabel Ambrosio y la consejera de Cultura en la Junta de Andalucía es doña Rosa Joaquina Aguilar, que fue también nuestra alcaldesa. Ambas son cordobesas y tienen un sagrado deber con Córdoba y los cordobeses. En lo tocante a la Cultura -cultura es que hombres y mujeres de otras tierras admiren lo que es digno de ver- no hay días más propicios para empaparse de los “milenarios saberes de Córdoba” que en el mes de mayo. Tan simple y lógico principio debía inspirar los comportamientos de las dos señoras, culpables de momentos de  indignación de miles de turistas que se toparon con las puertas de Medina Azahara y el Alcázar en las narices. Que los funcionarios sean mayoría comunista o socialista, sus derechos y deberes, sus reivindicaciones y sus sueldos no nos importan. Nos importa que las cosas estén bien organizas para que los amigos que nos visitan no se quieran marchar. Menos mal que  en cada rincón de la ciudad manan como setas personajes y monumentos  anónimos que compensan la incapacidad manifiesta de políticos tan funestos. Perdón, políticas tan funestas. ¡¡Y quieren apropiarse de la Mezquita, el único monumento que funciona en Córdoba como Dios manda!!
    
Acabo de escuchar en la radio que se presenta la “onceava” edición de no sé que cosa. Lo anuncia un locutor que lee algo que alguien ha escrito en el idioma de doña Rosa Joaquina a la que no pagaremos nunca jamás sus desvelos por la Cultura.

Los amigos, encantados a pesar de todo, vuelven para Gamonal con muchas ganas de volver cualquier mayo de los por venir.