Las extrañas petunias negras
Petunias blancas
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Se preveía como mero trámite el Real Madrid-Manchester City del Bernabéu, con dos o tres goles de ventaja para los blancos y cierta dignidad en la derrota para los celestes. Lo que vimos fue un partido otra vez sosote como el de la ida y con dos equipos que más parecían disputar la jornada 16 de liga y no una semifinal de Copa de Europa. El público fue el que nos recordó que era día de fiesta mayor en una de las catedrales del fútbol mundial.
El espectador detectó desde el saque inicial una superioridad aplastante del Real Madrid, pero transcurrían los minutos y no se fabricaban ocasiones de gol. Los jugadores merengues pasaban el balón correctamente al pie del compañero, pero no tenían el músculo a punto para interpretar regates y remates asesinos como suelen prodigar en noches como las de ayer. El único, Bale, con ese aire de sujeto indómito salido de tribu incatalogable. Bale no tiene cara de futbolista, pero no hay carrera más futbolística que la suya con el balón en los pies, y en una de esas llegadas que prodiga Carvajal, el galés se sacó un disparo con la derecha al que Fernando le puso sin querer un efecto maldito. Bale pudo volver a marcar de cabeza, pero el larguero escupió su inteligente remate... y poco más en cuanto ocasiones. Sí, una de Modric en la que el croata cazó un balón que volaba y mientras lo bajaba el portero Hart tapó toda la portería.
Los minutos duraron sesenta segundos hasta casi el 80, cuando el madridismo recordó el disparo de Fernandinho al palo en el 44, y empezó a sentir frío en la espalda por la escasez de ropa que suponía el 1-0. En esto el Kun se hizo ver por primera vez y lanzó una pelota a la escuadra con muy malas intenciones, dejando constancia de que lo que se tendría que haber resuelto hacía media hora seguía sin cerrarse del todo.
El Manchester de Pellegrini es equipo sin alma. Como de funcionarios. Los tres centrocampistas negros, Fernando, Fernandinho y Yayá Touré visten mucho por una supuesta capacidad pulmonar incorporada en origen a su negritud, pero ver el “trote cochinero” de Yayá Touré dice muy poco del entrenador Pellegrini, que tendría que saber en que condiciones se mueven sus pupilos. ¿Y el rubio De Bruyne, llamado a sacar las castañas del fuego en los días señalados? Falló todos los pases y no le salió ni un regate. Yayá, a pesar de sus andares, fue mucho más preciso que el belga de los 70 millones de euros y que clasificó al Wolfsburgo para la Champions. Navas corrió con poco conocimiento y casi siempre para atrás, y Agüero en vez de jugar cerca del área para cazar algún balón de gol se le vió deambular y como perdido por el círculo central casi toda la segunda parte. La defensa no es lo más destacable del City. Es de medio campo para arriba donde en teoría están sus mejores valores, y a mí me parece que lo que se tiene por excelente en el mercado del fútbol se ha adocenado en un gran tanto por ciento, y al City le pasa como a esos patios cordobeses que queriendo impresionar cada mayo algunos años abusan con una monotonía de petunias. La excepción la he visto éste año en San Agustín, donde lucen como soles unas cuantas petunias negras. Como lucirá el fútbol de la capital de España en Milán. Este año sí, con la bandera de la nación.