La amiga Ana Muñoz, absoluta campeona de los patios cordobeses
El árbol de Ana
Lo mismo da naranjas que limones
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Tengo la sensación de que para valorar la conquista del Campeonato de Liga va a ser necesario que los equipos españoles estén dos o tres años sin pasar de cuartos en la Copa de Europa, porque soy de los que creen que a comienzos de temporada lo que esperan entrenadores, directivos y aficionados de los mejores clubes de cada país es que su equipo dispute la Liga hasta la última jornada. Si además se gana, sería la leche. Si de remate también se consigue la Champions, pues la releche. La familiaridad con “la orejana” nos tiene muy mal acostumbrados, por mucho que diga en favor de nuestros equipos.
El Barça, con monótona cadencia, como aquel Madrid de la Quinta del Buitre, vuelve a ganar una Liga que casi pierde por culpa de un catarro mal curado. Son siempre los dos con esas excepciones atléticas o valencianas que cada diez años alegran a tribus desacostumbradas al lujo. El éxito del Barça quiere venderse como el fracaso del Madrid, pero todos tenemos presente que el hipotético triunfo merengue en Milán corroería las entrañas azulgranas.
Como quiera que este fin de semana he tenido que trabajar de sol a sol, no me he enterado de las celebraciones en Barcelona, pero me da que han sido mucho menos emocionantes e intensas que las que se han tenido que vivir en Gijón. En agosto del año pasado pronostiqué el descenso del Spórting. La carambola del ascenso y la imposibilidad de fichar condenaba a un equipo a competir con muchachos -guajes- nada acostumbrados al fútbol de élite. El Spórting cae bien, y como Abelardo ha vendido a sus “guajes” a la misericordia pública como si fueran huérfanos necesitados de cariño, este año cae mucho mejor. ¡Que se lo pregunten a los futbolistas del Getafe, que tuvieron que enfrentarse en Sevilla a espíritus asturianos vestidos de verdiblanco! Esnáider -¡¡cómo se puede confiar una plantilla a los saberes técnicos de este hombre!!- se puso flamenco en la derrota con Marcelino, el míster del Villarreal, un equipo que plantó más fiera batalla que la que opuso la Real Sociedad a su Getafe. Esnáider, que como entrenador es una calamidad que no creo afecte a demasiados equipos en el futuro, parece no haberse enterado de su obligación, que no era otra que ganar al Betis. O al Spórting el domingo pasado.
¿Qué decir del Rayo de Paco Jémez? Constancia hay de mi querencia por el temperamental entrenador vallecano, pero reconozco que sus cabezonerías no son palabra infalible de Papa antiguo. Crespo, Amaya, Ze Castro, Tito, Quini, Nacho... no tocan el balón como Paco cree, y todos hemos visto pérdidas impensables atrás que han costado muchos puntos. Recuerden el pase de Embarba a Bale para meter al Madrid en un partido en el que andaba groggy. A Paco le han debilitado los elogios a su fútbol valiente y tardes ha habido que se ha confundido el arrojo con el suicidio. De todos modos, excelente labor la de Paco con, posiblemente, la plantilla -sobre todo de medio campo hacia atrás- de menos calidad de Primera división. Si además hay sospechas de que alguno de sus hombres hace cosas que no debe, el entrenador al que quiere ver de nuevo todo el cordobesismo merece cien años de perdón.
Del Córdoba, mi equipo, no tengo nada que decir porque no vi el partido, pero está claro que no se puede aspirar al ascenso perdiendo con la Llagostera. El entrenador Oltra explica hoy en la prensa por qué debimos ganar. Todavía hay quien cree en la gramática parda de este hombre. Será porque padecimos a Esnáider, con el que no se ganó un solo partido.