Luis Folledo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
España ofrece hoy al mundo, en política, el Pacto del Botellín (seiscientos euros de multa te colocan los pretorianos del frailuno concejal Barbero si te pillan en la Puerta del Sol con un botellín como el de Garzón y Pablemos en la mano); en economía, el déficit más disparatado de su historia; y en cultura, el cervantismo de Rico, el Académico.
–Las nuevas generaciones follan menos. ¡No como en mis tiempos, ni en los 80! –acaba de declarar Rico, que viene de una audiencia vaticana con Bergoglio.
Cervantismo e hispanismo vienen a ser en la cultura española lo que los pulgones en los hormigueros: “El pulgón –nos explica un pulgonero– exuda un líquido azucarado del que la hormiga es tan golosa que por conseguirlo y saborearlo descuida a veces hasta el cuidado de sus propias larvas y deja extinguir la comunidad”. Vamos, lo que dice Rico: que no se folla.
Desde que el boxeador Luis Folledo le dijo a José-Miguel Ullán (¡delante de El Fary!) que “lo único importante en esta p… vida es saber dónde está el hormiguero para meterla”, no veíamos un cervantismo tan directo.
Estábamos en el cervantismo de Rodríguez Marín: “Cervantes nació para que el señor Marín lo comentase”, escribió el indio Guillén.
–Sí, soy el que mejor comprende el Quijote. Todos dicen lo que piensan del Quijote, pero nadie dice lo que piensa Cervantes. Yo, sí. Y he ganado mucho dinero con esto. Diga usted que Cervantes es mi culto, la religión de mi vida; algo así como un santo, y que yo sólo levanto una luz para que las gentes vean al santo. ¿Me comprende usted?
Es la misma luz que hoy levanta Rico para mostrarnos que “la Transición fue un acierto del justo medio cervantino”, que “Cataluña es otra nación de naciones”, que Bergoglio es “la tolerancia” y que Pablemos “es Robespierre”…
Hombre, es verdad que Robespierre fue monárquico hasta el 10 de agosto y que seguía los movimientos populares en vez de dirigirlos… ¡pero se aseaba! Y no chupaba caracoles con Saint-Just.