Breznev & Jaruzelski, chicos buenos del "Spiegel"
que se hacían su propio café
Ignacio Ruiz Quintano
Circula por la Red un extracto de artículo de “Der Spiegel” censurando a Ana Botella por disponer en plena crisis de un despacho mayor que el de la Casa Blanca y de un mayordomo que sólo sirve café.
Por la ironía alemana (¡ironía alemana!) de la redacción contra una señora, la autoría debe de ser de otra señora y no muy agraciada, aunque progresista, que hablamos del “Spiegel”.
–Vi la posibilidad de un nuevo lenguaje, sin la ironía maliciosa y la arrogancia que, sobre todo, el “Spiegel” había inyectado a la cultura periodística de Alemania –explica Peter Seewald su decisión de ponerse a escribir sus libros sobre Ratzinger.
Y Revel, en los 80: “Un periódico militante es aquél en que la opinión precede y orienta la información, practica su elección y regula la iluminación… ‘Der Spiegel’, por ejemplo, es netamente pro soviético, pues ha tomado una posición hostil a Solidaridad y favorable a Jaruzelski…”, un general de despacho modesto que se hacía él mismo su café de recuelo.
“Der Spiegel” no dice qué hay que hacer con los mayordomos-funcionarios que sólo ponen café en la Administración española. ¿Despedirlos? ¿Mandarlos por tabaco? ¿A la mancebía, como lo de Andalucía?
–Pilato, por no ‘perdé’ / el destino que tenía –dice una saeta.
En el socialismo municipal de Madrid hay un tipo que en los plenos, después de leer el “Spiegel”, llama a la alcaldesa “Señora de Aznar”, y una dama obrerista que rebaja el título a “Señora Concejala”, mientras Lissavetzky, martillo de Marta Domínguez, cultiva la papiroflexia y pone de sobras su escaño como el callejón de sol en San Fermín.
Seguir leyendo: Click