jueves, 10 de noviembre de 2011

Montserrat

Montserrat

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Ahora todos nos quejamos de que Zapatero no nos avisó de la crisis, como si no hubiéramos visto, por ejemplo, cómo donde no subían los menús bajaban los platos.

Además, es mentira lo de Zapatero: Pep Puxeu, uno de sus ecónomos, se pasó unas navidades enteras exhortándonos a cambiar los langostinos por el “exquisito y ligero” conejo hispánico. Ni caso.

¡Otra de cigalas-plancha!

Y aquí estamos.

Hemos oído muchas hipótesis sobre la crisis. ¿Rescatamos a los bancos y dejamos que la calle se nos llene de indignados o no los rescatamos y dejamos que la calle se nos llene de directivos arruinados?

Hasta ahora, la hipótesis más original viene de Cataluña, como el señor Puxeu, y es la del monje Duch, de Montserrat: nuestras dificultades para “empalabrar” la realidad, dice, prueban que nos encontramos ante una crisis menos económica que gramatical.

Bueno, ya el monje Leclerq demostró en su día que el amor a la gramática va indisolublemente unido a Dios, y surgieron las ciencias del lenguaje.

Hay que entender la palabra sagrada, pues toda lectura es un acto de servicio.

Eso, para los que critican que Rajoy se pasó todo el debate leyendo.

Montserrat es el Montecassino de los pobres: cuida el lenguaje e ilumina los manuscritos de progreso, como el de ese epígono (en cursi) de Tirante el Blanco que levita imaginando a Guardiola... de abad de Montserrat:

Pep Guardiola tiene un sentido del fútbol como escuela de moral pública ...

Seguir leyendo: Click