jueves, 3 de noviembre de 2011

La Nova Masia


Hughes
Los Objetos Impares

El barcelonismo ha inaugurado la Nueva Masía, una geometría fea, moderna, que parece un centro cívico o un instituto de alta tecnología. Uno de esos edificios misteriosos, de tan cúbicos. En realidad, allí llevarán a los niños nigerianos y a los niños albaceteños para ser instruidos en el tiquitaca, como en un seminario moderno, pues los canteranos son los nuevos seminaristas y los niños de Montserrat les tienen celos.

Anoche, en Onda Cero, el ex-presidente culé, Josep LLuís Núñez, que ya no dice quicir, comentaba algo curioso: el origen del esplendor culé que este edificio representa está no tanto en Cruyff -profeta- como en el estallido económico y social que permitió la remodelación y ampliación del Nou Camp. Al crecer, el Nou Camp pudo asumir el crecimiento de la propia sociedad barcelonesa. En perfecta sintonía. Como una novela de Marsé, como una (¿rima?) de Serrat, como una paranoia de Vázquez Montalbán. Ese desarrollismo no lo tuvo el Madrid, al que las autoridades franquistas, tan madridistas ellas, no le permitieron hacer lo mismo con su estadio. Ése es uno de los más importantes '¿pur qués?' del fútbol español.

A la Nueva Masía (Nou Camp, Nova Masia... qué afán de novedad) le han puesto el nombre de Oriol Tort, en homenaje a un pionero del fútbol base culé. La antropología culé ya es así, ya bucea delirante en su historia menor y no le pone el nombre de Kubala al complejo canterano, sino el de Oriol Tort, y al próximo estadio igual le ponen el nombre del delegado Carlos Naval, por coherencia, sentido de institución y amor a la casa. Eso es el guardiolismo, esos detallitos.

Claro, dirán, el Madrid maltrata a Del Bosque, vejado en un pasillo como un invitado de Telecinco, y el Barcelona, señorial, assenyat, profundísimo, familiar, como la Casa Tarradellas, le dedica su Valdebebas a uno que se llama Orio Tort al que conocían sólo cuatro esnifadores del sport y los peñistas más románticos de Palafrugell.

El caso es que el nombre de Oriol Tort tiene su miga:'tort' en valenciano, o en la variación dialectal del catalán que se habla en Valencia, significa tuerto, y ese tort me hizo pensar inmediatamente en Pito Vilanova. Yo había archivado el incidente del dedo como una agresión lamentable del primero, cuyo ojo salió de su cuenca para contactar con el dedo señalador, dedo sabio de indicador de lunas de Mourinho. Eso pensé: Vilanova se ha metido el ojo en el dedo de Mou para salir en la tele.

No, la realidad no es ésa, y el bautizo de este seminario del amor guardiolo lo ha demostrado: Mou, efectivamente, parece que intencionadamente metió su dedo en el ojo de Vilanova, con el propósito de dejar tuerto al Barcelonismo a través de Pitu, mártir córneo ya del culerismo. La Nueva Masía nace tuerta, pirata, entortecida por Mou, que le metió el dedo en el ojo al alma canterana culé, y los alevines que salgan, los juveniles feos con cara de Cesc (¡sólo una belleza ha dado esa cantera! ¡el inigualable Jeffren!), esos medios que son como adivinadores del espacio, oteadores del hueco, ¡Pinzones del pase imposible!, ya no tendrán la visión panorámica, su inteligencia abierta, sino una panorámica pobre, de lateral, y ya no tendrá continuidad la saga de medios, y en su lugar Dios proveerá tristes carrileros. Su fútbol ya no será tan redondo y hermoso, sino un fútbol esforzado, de honestas líneas rectas, mucho más simplón. Ya no saldrán los Xavis videntes, sino Arbeloas que van haciendo sus jugadas modestas con un ojillo.

Mourinho, con su dedo en el ojo de rana de Vilanova, que se lo puso a huevo, la verdad, le ha quitado la claridad al fútbol base culé y a partir de ahora sus alevines jugarán como juegan los de nuestro Madrid, con esa sensación de que alguien les está tapando un ojo. Sus niños crecerán entre aristas y metales, como doctorandos en ingeniería, pero su fútbol ya no será abierto, sino ese fútbol enconado que muere siempre en el centro del área, en la montonera y el colapso de los futbolistas tuertos.

Tort también significa torcido. Que como presagio tampoco es manco.