viernes, 11 de noviembre de 2011

Joe Frazier. La más larga noche

Norman Mailer

Mohamed Alí no se preparó como hubiera debido para su primer combate con Joe Frazier...

Tarde o temprano, las metáforas de la lucha, lo mismo que los preparadores de los púgiles, acaban siendo sentimentales. Adquieren naturaleza militar...

Frazier era el humano equivalente de una máquina bélica. Tenía una capacidad de fuego tremenda. Estaba dotado de un gran gancho de izquierda, un gancho terrorífico incluso cuando no daba en el blanco (sí, porque causaba la impresión de pasar silbando). Y tenía una poderosa derecha. Podía derribar a un hombre con cualquiera de ambas manos, lo que no cabe decir de todos los boxeadores, ni siquiera de los muy buenos...

Nada había que gustara tanto a Frazier como oponer su corazón al de otro hombre, frente a frente, y dejar que las balas silbaran, porque su corazón sería siempre el que quedara en pie...

Frazier era el hombre más trabajador del mundo...

Durham, el artífice de este diamante, procuraba por todos los medios que la pelea fuera para Frazier lo más abstracta posible, se esforzaba en que Clay pareciera ajeno a ella (sí, porque en el campo de Frazier jamás le llamarón Alí), y de esta manera Frazier fortificaba su ego, despersonalizando a su contrincante, y Clay era, ¡clonk!, el saco pesado, ¡clonk, clonk!...

Para el combate (8 de marzo de 1971, en el Madison Square Garden), Alí se puso un short de terciopelo rojo. Frazier llevó puesto uno verde...

Alí ganó los dos primeros asaltos, pero era evidente que no podía seguir ganando si tenía que boxear de aquella manera. Y en el tercer asalto Frazier comenzó a pegar... Alí se movía menos y menos, y recurría a una habilidad, desarrollada durante largos años de adiestramiento con Shotgun Sheldon, de apoyar la espalda en las cuerdas y encajar golpes en el estómago...

Alí vivía la más larga noche de su carrera...

Y así discurrieron los ocho primeros asaltos. Los dos jueces adjudicaron seis asaltos a Frazier y dos a Alí. El árbitro consignó un empate... Y quedaban todavía los seis mejores asaltos...

En el asalto decimoprimero, Frazier lo cazó, y volvió a cazarlo una y otra vez, y Alí quedó al borde del fuera de combate, y se balanceó inseguro, y se encontró en el barrio de la niebla, y se pasó el resto del asalto, así como el larguísimo asalto siguiente, en las profundidades del infierno, agarrándose a Frazier, alejándolo de sí, pero Frazier volvía y volvía al ataque, sollozando, enloquecido, como una bestia toda ella honor, enfurecida...

Y simultáneamente lanzó un cañonazo a Alí que dejó a Mohamed tumbado en las fotografías de cincuenta mil periódicos... ¡Alí en la lona! El gran Alí estaba en el suelo, cantando canciones a las sirenas, en la más densa niebla del barrio de la niebla, pero Alí se levantó...

Y algo lo mantuvo en pie ante el triunfal Frazier, el Frazier que con los brazos agarrotados por la fatiga, casi fuera de sí, acababa de propinarle el más potente puñetazo que había lanzado en su vida.

Y así discurrieron los segundos finales de una gran pelea, con Alí todavía en pie. Y Frazier vencedor...