jueves, 10 de noviembre de 2011

El criminal "Cintas Verdes"

Presunto criminal dando explicaciones

Francisco Javier Gómez Izquierdo

El 27 de mayo de 1890, en plena Feria de la Salud cordobesa, un criminal asesinó en un ratito a tres adultos y dos niñas. La tradición oral y las breves reseñas periodísticas de la época dan cuenta de que un campesino llamado Braulio encontró en el Cortijo que llaman “El jardinito” los cadáveres de José Vello, guarda de la finca, y de Rafael Balbuena, el arrendador de la misma. Antonia Córdoba, la casera, estaba agonizando, y a la pregunta de “¿Quién os ha matado?”, un hilo de voz acertó a decir: “cintas...verdes”, antes de morir.

Braulio dio cuenta en el cuartelillo ante el teniente Paredes y éste se personó en el Cortijo, encontrando a dos hijas de Antonia, de tres y seis años, degolladas dentro de la vivienda. Los guardias del siglo XIX no tenían estudios, ni echaban mano de la psicología. Como lo hacían mal, hablaban poco y sólo abrían la boca para decir lo justo.

-El asesino conocía el terreno y la casa. Todo está en orden menos la alcoba y en el suelo hay un arcón de hierro forzado.

El teniente Paredes rescató del interior de una tinaja para el aceite la tercera hija de Antonia de apenas dos años a la que el terror sólo le permitía emitir sollozos intermitentes que por fortuna fueron escuchados.

-Sintavede... malo -cuentan que dijo la criatura.

El teniente Paredes preguntó por el marido de Antonia y Braulio le dijo que había bajado a Córdoba a ver el acontecimiento del año: Espartero, Lagartijo y Guerrita toreaban en el Coso de los Tejares. Al teniente Paredes le dijeron los guardias que hacía unos años habían expulsado del Cuerpo (lo que hoy serían los municipales) a un tal Cintabelde por robar. Era de la parte de Almería, pendenciero y jaquetón y muy aficionado al prohibido juego del julepe.
Se registró la casa de José Cintabelde en Santa Marina, donde vivía “en pecado” y se encontró una camisa con sangre y un pistolón recién disparado. “... ni ha comido. Vino, se cambió y se fué”, contó la mujer con la que convivía.

-El criminal está en los toros.

El teniente Paredes tuvo una corazonada y le pidió al gobernador civil que, al acabar la corrida anunciada para esa tarde, los espectadores debían salir de la plaza de uno en uno. Así se hizo y así se capturó a José Cintabelde, quien, como todo delincuente, en principio estuvo “en negativa”, pero después de admitir la culpabilidad dió fe de su psicopatía cuando al ser preguntado por la muerte de las niñas no mostró ningún remordimiento:

-Tenían la misma mala lengua que los mayores.

José Cintabelde “Cintas Verdes” fué el último ajusticiado públicamente en Córdoba. La ejecución tuvo lugar en un patíbulo colocado en la Puerta de Sevilla el 6 de junio de 1891 a las 8,45 de la mañana. (Adviértase que desde el día de los crímenes a la ejecución de la sentencia transcurrió justo un año).

En tiempos del teniente Paredes, se buscaba a los criminales después de cometer el crimen y se les encontraba a golpe de corazonadas y preguntando al que sabe. Hoy se cumple un mes de la desaparición de dos niños de dos y seis años. Al parecer, la policía y el juez ya tienen al criminal “... por la más que probable posibilidad de haberlos dado muerte”. Falta encontrar a los supuestos asesinados... y policías como el teniente Paredes que pregunten como deben. Sin tácticas psicológicas ni técnicas extravagantes.

Dos niños sin rastro

Julio 1891.
Espartero, Guerrita y Lagartijo en Valencia