sábado, 12 de noviembre de 2011

Althusser


Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural

Un tal Rickie LaTouche ha salido en los periódicos por asfixiar a su esposa, Pornpilai Srisroy, con un plumón. Como Althusser.

LaTouche obró así porque su esposa le había roto sus juguetes de “La guerra de las galaxias”. Althusser, según la versión oficial, simplemente por locura, lo cual libró del talego al viejo chocho, pero no invalidaba su miserable obra, leche de tigre para la izquierda francesa, que es decir la izquierda.

Todavía estoy oyendo las voces que me pegó el viejo Claudín porque yo, becario obediente, lo telefoneé para que me diera para una encuesta periodística su impresión del uxoricidio de Althusser.

¡La derecha sólo se acuerda de los intelectuales cuando nos equivocamos!

No entendí de qué equivocación me hablaba. Desde luego, “la equivocación” de Althusser parecía ser el estrangulamiento de su esposa, no (en palabras de Revel) “su refinada justificación del estalinismo”.

La refinada justificación que da Althusser del estalinismo, al que por una ironía soberbiamente provocadora no encontró, reflexionando mucho, reprochable más que algunas molestas “tendencias burguesas”, permite al marxismo morir con brillantez, como filosofía, por lo menos.

Cosa, en fin, que no se le permitió a Hélène, como mujer, por lo menos.

La justicia británica ha condenado a LaTouche a “cadena perpetua con un mínimo de doce años de prisión”, que así se escribe la escolástica penitenciaria.

La justicia francesa no condenó a Althusser a nada, y el “penseur” entró en pupilaje en una casa de orates donde lo visitaban Foucault, Derrida y demás charlatanes.

Salen estas cosas a colación porque Luis Mateo Díez, que ha publicado una novela sobre un vendedor de seguros abandonado por su parienta, dice algo extraordinario:

Esta crisis nos ha demostrado que somos un poco tontos del culo.

Sólo que él no se siente estafado por los intelectuales, sino por los banqueros.

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