[Poco después recibí en Cádiz un retrato que me enviaba Raquel Meller, con esta dedicatoria: A J. M. P., por el bien que hizo a mi alma el día en que vi El Divino Impaciente. Poco después Manuel Herrera me rogaba que fuera a Madrid para almoprzar con Raquel y él y hablar de unos proyectos cinematográficos. Pocos días después almorzábamos, en el restaurante Jai-Alai, Raquel Meller, Herrera y el empresario francés Lemoine, que se había avecindado en Madrid, donde unos meses después fue asesinado por un atracador.
Raquel tomó la iniciativa de la charla con gran asombro de los compañeros de mesa.
-Pemán: yo quiero hacer Santa Teresa de Jesús.
Herrera brincó de susto:
-No era eso de lo que habíamos hablado. Lemoine tiene muy madurado un proyecto más popular y barato: Lola Triana.
Lemoine remachaba:
-Oh! no... vous rigolez, ma petite mignone... Vous ne me ferais pas sainte Therese!
-Haré Santa Teresa, estoy segura de que doy el tipo. He leído su vida, sus cartas... Por cierto, llenas de faltas de ortografía. Me han dicho que cuando se despide en sus cartas: indina sierva de Su Señoría, quiere decir, por humildad, indigna, sino que entonces se decía sin g. Y bien que lo siento. Porque la santa me sería más fácil de interpretar si, además de mística y santa, fuera, como yo, un poco indina.
Herrera insistía en su Lola y Raquel en su Teresa.
-He consultado con el doctor Vallejo Nágera, para que me explicara eso de los éxtasis: que me parece que viene a ser como una ensalada de arrobo, ataque epiléptico, coma diabético, catalepsia y cólico nefrítico.
-¡Muy fotogénica esa antología patológica!
-Nous avons votre signature!
Pero los ataques combinados de Lemoine y de Herrera resbalaban sobre el entusiasmo de Raquel.
-No puede esquivarse la escena de la transverberación. Que no ha de ser el ángel que la pincha en el corazón, uno de esos angelitos-mariposas, con alas y sin trasero; sino un sobrinito mío que ya tengo pensado, que tiene unos diez años y es el número uno de su clase de ingreso en los marianistas.
Los productores no cedían una pulgada. Al fin, después de mucha polémica, se convino en que Raquel rodaría Lola Triana mientras se iban preparando las cosas para su Santa Teresa.
-¿Monta usted a caballo, Raquel?
-Lo suficiente para que salga naturalísima la secuencia en que me tira la yegua por las orejas.
Luego añadió:
-En cambio Santa Teresa es de infantería; no hay que montar.]
MIS ALMUERZOS CON GENTE IMPORTANTE / JOSÉ MARÍA PEMÁN