sábado, 15 de octubre de 2011

Platón en Nueva York

Richard Rorty


Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural

El “omeprazol” para cien años de literatura progresista es un breve ensayo, rebosante de inteligencia y humor, de Richard Rorty: “Trotsky y las orquídeas silvestres”.

A los quince años escapé de los matones que me golpeaban regularmente en el patio del colegio: matones que yo asumía que de algún modo se desvanecerían una vez el capitalismo fuera superado

¡A los quince años!

Que en eso consiste la eterna adolescencia fomentada por el régimen zapateril en España: llegar a los setenta con la pelea de los quince.

Volvamos a Rorty, tan terne en su ideal de fundir realidad y justicia en una única imagen: alcanzar lo más alto de la “línea platónica de división”.

El platonismo tenía todas las ventajas de la religión, sin requerir la humildad que el cristianismo demanda.

Rorty entendía por “realidad” aquellos momentos wordsworthianos en los cuales, ante unas orquídeas silvestres, se había sentido tocado por la inspiración. Y por “justicia”, aquello por lo que luchaba Trotsky: la liberación de los débiles de la opresión de los fuertes.

Buscaba un camino para ser al mismo tiempo un intelectual esnob y un amigo de la humanidad.

Así el ex director de Zapatero en el Cervantes de Nueva York, que en su lucha platónica por la verdad nos señala a Ruano y a Cocteau como ángeles del III Reich.

Cocteau es el más activo agitador para liberar de la Gestapo a Max Jacob. Sólo Picasso se niega a firmar la petición de libertad:

No vale la pena hacer nada. Max es un ángel. No necesita nuestra ayuda para echar a volar y fugarse de la prisión.

En cuanto a lo de Ruano en París…

Me buscaron en Madrid –recuerda– con la poca elegante idea de quitarme de en medio, idea a la que contribuyó con entusiasmo el diario “La Tierra”, a cuyo director traté años después en París como si nada de esto hubiese pasado...