-Ocurrió el lunes a mediodía, en un piso de la calle Sagrada Familia. Un hijo de la dueña se había marchado minutos antes y la mujer que cuida de la madre salió también para hacer la compra. No había pasado ni media hora cuando regresó y se encontró varias habitaciones de la casa revueltas. De lo que acababa de suceder, el rastro más claro era el reguero de leche en el fregadero de la cocina. La anciana explicó que había abierto la puerta de casa a una señora extranjera, al parecer del Este de Europa, con una niña. Le pidió un vaso de leche que, por supuesto, no pudo negarle.
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