lunes, 2 de mayo de 2011

¡Viva el orden de Madrid!

Sombreros de España en un bar de Sevilla

José Ramón Márquez

Vuelta a Las Ventas tras Sevilla. ¡Qué remanso de paz, verse uno de nuevo en su plaza! Llama la atención lo primero el orden que reina en Madrid. Tras el disparate de la presidencia sevillana, con los alguacilillos que no se sabe para qué están, con el delegado de la autoridad ‘missing in action’, con el lío permanente instalado en el ruedo ante la complacencia de los responsables del orden, hoy ha brillado de forma especial la labor de D. Julio Martínez y D. Gonzalo de Villa y de sus alguaciles.

Se anunció una corrida de toros de Fidel San Román, procedencia Villamarta, que a la postre fue remendada con dos toros del segundo hierro del señor San Román, El Ventorrillo, procedencia juampedro. Los toros fueron seriamente presentados, hondos y con cuajo, a excepción del segundo, un colorado de poca presencia. La corrida en conjunto resultó algo parada en general y algo blanda, pero no de forma escandalosa. No dieron ningunas facilidades a los toreros.

Los toreros se llamaban Alfonso Romero, José Manuel Mas y Tomás Sánchez, que confirmaba en Madrid tras casi once años de matador de toros, sin duda avalado por su entereza en la pasada feria de Fallas ante un toro de Adolfo Martín. Es necesario reseñar, para juzgar adecuadamente a los de oro, que en el pasado año, entre los tres, sumaron la enormidad de nueve corridas toreadas.

Tanto Tomás Sánchez como José Manuel Mas han traído a la plaza la grandeza del toreo. Ambos han querido, cada uno a su manera, estar frente a sus oponentes con verdad y sin engaños. En la pasada feria de San Isidro anotamos de Mas que se anunció para su alternativa con Toros de Parladé: ‘¿quien le ha engañado para tomar la alternativa?’, y hoy es justo decir que las ganas de ser torero y de hacer las cosas bien han sido la nota más característica de su labor con los dos toros que le han tocado en suerte.

Alfonso Romero vino, como los buenos, acompañado de una cuadrilla que ya la quisieran unos cuantos de los que están en lo alto del escalafón. Manuel Montiel y Jaime Ruiz ‘Soro’ a caballo y César Fernández, Paco Senda y Domingo Navarro a pie. Una gran cuadrilla con preponderancia de toreros levantinos. Montiel picó estupendamente al primero de la tarde, Chabero, número 19, demostrando que la primera cualidad que debe tener un picador es la de saber montar a caballo. Ese primero le hizo una fea colada al matador que lo echó al suelo en los medios, viviéndose unos momentos angustiosos hasta que las ayudas llegaron a hacer el quite.

Alfonso Romero, lejos de arredrarse, planteó la pelea con gran verdad y algo de aceleramiento en los medios y después se llevó al toro al tercio donde parecía que el animal se enteraba algo menos. En su segundo, Cortijero, número 83, volvió a colocarse con gran verdad tratando de buscar la rectitud ante el toro y de practicar el toreo hacia adelante sin arredrarse.

José Manuel Mas, vestido con un terno verde lechuga, también quiso estar con verdad ante sus dos toros. En el segundo de ellos, Bohemio, número 20 de El Ventorillo, tuvo sus mejores momentos por ambas manos, con series cortas por la izquierda en las que mandó mucho al toro y otras más desahogadas por la derecha. Ese toro había desmontado de la silla, con un tremendo topetazo, a su picador Juan Sabariegos Leiro, que se pegó un batacazo formidable propio de los de principios del siglo pasado. Lamentablemente Mas mató bastante mal. Decíamos más arriba que su comparecencia con una birria de corrida de Toros de Parladé el año pasado sólo le sirvió para pasar por Las Ventas sin pena ni gloria; hoy, frente a toros serios y con dificultades, ha dejado un buen sello de torero.

Alfonso Romero dibujó tres verónicas suaves y una media en el saludo a su primero y luego la tarde se le fue sin decir nada. Frente a la entrega y la rabia de sus compañeros de cartel, a Romero se le vio acaso más afligido, especialmente en su segundo, con el que abrevió. Yo creo que él busca un toro más en la línea del de Manzanares en La Maestranza, pero hoy en Madrid el registro iba por otros derroteros, afortunadamente.

Mostrador de Casa Moreno en Sevilla