miércoles, 1 de enero de 2025

Garci



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Garci recibió en Madrid un encargo imposible: narrar cinematográficamente el “Big Ban” castizo que dio origen al madrileñismo o arte de apagar la luz eléctrica a salivazos mientras se moja pan en el vermú. Madrid, cuyo verdadero nombre es “Viva-Madrid-que-es-mi-pueblo”, es inexplicable, y los “vivamadridqueesmipueblerenses” lo saben. Pero la prensa de progreso no perdona a Garci su deserción de la secta, y ha aprovechado la ocasión para repasarle el lomo como sólo los cabestros de ese encaste saben hacerlo.


¡A mí, que durante el franquismo iba tirando propaganda en Méndez Álvaro! –protesta Garci, chapoteando en la perplejidad.


Méndez Álvaro fue alcalde de Madrid apenas durante un mes, pero dio nombre a una estación de Metro que es donde Garci soltaba aquellas octavillas que tan malos ratos hacían pasar al Generalísimo. Y Garci no estaba solo. No se me olvida la cena que a unos cuantos nos dio una vez Querejeta para contarnos, con esa premiosidad que, según él, da mayor categoría intelectual a lo que cuenta, los malos ratos que le hacía pasar al Generalísimo tirando octavillas en el Metro de Goya.


Todo nuestro cine, pues, debe de estar hecho en el Metro de Madrid, y ese Goya de Querejeta nos lleva de cabeza al Goya del que Garci ha tirado para narrar cinematográficamente el origen de “Viva-Madrid-que-es-mi-pueblo” en “Sangre de Mayo”. Goya y Galdós, claro.


Mire usted –le dijo Galdós a Camba un día que se encontraron en la calle del Turco–. Aquí se hace un concurso para premiar a un maestro de música. Acuden treinta opositores y se pasan quince días trabajando. Al cabo de los quince días llega una persona informada y les dice: “No se molesten ustedes; el premio es para Fulano; está resuelto desde el año pasado...” Pasemos por que el favoritismo sea tan grande que se le adjudique el premio al que menos lo merezca; pero ¿para qué se abre entonces el concurso? Esta hipocresía es lo que más me indigna, y ésta es la hipocresía, la cobardía de nuestra política.


En cuanto a Goya...


Goya, al lado de Velázquez, no pasa de ser un caricaturista –dirá Dalí–. El genio es Fortuny. Picasso estaba acorralado por los políticos. Todo el arte moderno empieza en Fortuny.


Madariaga sostenía que lo que de imperfección tienen Goya y Picasso se debe a un exceso de masculinidad, de genio. O a un defecto de feminidad, de talento.