Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Al venir de quien venía, me puse a leerlo más contento que un perro labrador: “¡El limbo no existe!”, anotaba, quitándose edad, el Preste Juan (Goytisolo) en un artículo de fondo sobre el limbo. Y luego, con una mano instintivamente levantada en señal de expectativa, leí: “Cuanto cifraba mis anhelos en un Más Allá nebuloso pero sereno, en compañía de algunos patriarcas barbudos y de trillones de niños inocentes privados de la visión beatífica (...), se vino abajo.” Conque patriarcas barbudos y niños inocentes, ¿eh? Menudo perillán, este Preste. La puntuación y las concordancias son obra, desde luego, del mismo Juan que acompañó a Cela en París hasta la cueva del padre del existencialismo, que era estrabón, a que le firmara en la etiqueta de una botella de chinchón. El espíritu de aquella humorada está presente en el siguiente latigazo de ironía existencialista:
–¡Y yo, que me veía ya “in mente” en la galaxia de aquellas criaturas seráficas, libre de la contemplación tediosa del Hacedor, en un estado de indiferencia coriácea forjado por mi experiencia del Más Acá!
El resto son chascarrillos sólo al alcance, hoy, de un Suso de Toro, epígono cultural del Preste de la Alianza de Civilizaciones: limbo/Guantánamo, pecado/terror en que la Iglesia funda su dominación, riqueza y tren de vida de las altas jerarquías eclesiásticas, champán francés y trufas de Ratzinger para regar su lección magistral en Ratisbona..., y al fondo, ay, la pobreza de Jesús de Nazaret, únicamente comparables a León (Nazaret) y a Gamoneda (el Maestro).
A Peter Seewald le había llamado siempre la atención una frase que Isaak B. Singer sacaba en sus historias:
–Hay un Dios en el cielo y un día tendréis que rendir cuenta.
Seewald es el periodista que, una vez libre de prejuicios ideológicos (la consabida letanía posmoderna que pone bajo sospecha todo lo que tiene que ver con la fe cristiana), se propuso arrojar luz sobre el “lado humano” de Ratzinger, “el reaccionario defensor de la fe”, como lo tenían clasificado las mafias del progreso en el mundo de los medios, pues las nomenclaturas metafóricas (vg.: cuerpo social –cerebro electrónico–, etc.) proveen de soluciones y de enigmas al imbécil, según nos dejó dicho Gómez Dávila, quien, por otra parte, también dijo:
–El reaccionario no es un pensador excéntrico, sino un pensador insobornable Los reaccionarios les procuramos a los bobos el placer de sentirse atrevidos pensadores de vanguardia.