lunes, 6 de enero de 2025

La cuesta de Enero

Dalí



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El Madrid de Ancelotti, que llevaba meses siendo un cadáver a los postres, se ha tomado ocho días de vacaciones para coger carrerilla hacia una demencial cuesta de Enero, con nueve partidos de todos los colores (Champions, Liga, Copa del Rey, Supercopa de España…) a disputar en países exóticos, tal que la Arabia de Lawrence Rubiales, que quiso ser nuestro Elon Musk, a quien imitó llevando la Supercopa de España al desierto árabe, ya que no podía llevarla al desierto de Marte, donde se jugará algún día, si Musk consigue, por fin, montar su servicio de cohetes en línea Tierra-Marte, Planeta Azul-Planeta Rojo, esa ciencia-ficción anticipada por la comunista de aluvión Yolanda Díaz, que vicepreside nuestro gobierno de progreso: “Las personas inmensamente ricas tienen cohetes para escapar de la Tierra”.


Con catorce jugadores, que son los que tiene Ancelotti (eso dijo en rueda de prensa), llega el momento de tirar por la ventana al menos Copa y Supercopa, que no suman, y llegado el caso, también la Liga doméstica, cuyo desgaste absurdo pondría en peligro la disputa de la Champions de Ceferino y el Mundial de Infantino, pues, con el madridismo en juego, nada hay que espante más que la posibilidad de hacer una versión pequeña de la grandeza. ¿Qué grandeza va a haber en la Supercopa, un espectáculo creado por Rubiales y Piqué? A Piqué le dirían que es un Dalí de la publicidad, y él se lo creyó. Dalí diseñó en Nueva York un montaje publicitario para unos grandes almacenes: un escaparate loco con un vestido de señora con el rótulo “Abrigo de piel de cangrejo viudo”, un sombrero de caballero con peces vivos, otro sombrero de señora hecho con rodetes superpuestos de rabos de buey, un infiernillo eléctrico “para freír espárragos”… más el estrambote de una última cláusula contractual por la que la empresa se obligaba, cada día y a la hora más concurrida en la Quinta Avenida, a que un gamberro contratado rompiera a estacazos la luna de cristal maldiciendo a las tres “bes”:


La Burguesía, la Banca y la Burra de Balaan.


No hablamos tonterías, y la prueba es que los futbolistas ya han aprendido a sacarle brillo a la demencia con el negocio de cobrar por la alegría de los goles, registrando la propiedad intelectual de las celebraciones. En España, como se sabe, la ley de la Propiedad Intelectual fue redactada por la generación republicana de Castelar, el tribuno que da nombre al premio que los revistosos del puchero en el Parlamento han concedido al fanegas de Rufián, lo más sandio de nuestra primera industria nacional, que es la política.


Los primeros barruntos nos llegaron de la mano de Dani Olmo, el futbolista del Barcelona, que planteó su deseo de registrar notarialmente su número celebratorio consistente en un gesto de señalarse un reloj imaginario, que no sería un reloj daliniano, sino un reloj de los de toda la vida, tipo Enrique Busián. En la cultura culé no hay descanso, y si no se puede inscribir al futbolista en la Liga por un quítame allá esas pajas del “fair play”, se inscribe en el notario su “sketch” del peluco para rubricar sus goles. ¡Goles con firma! En Inglaterra, “la vieja raposa” de León Felipe, el extremo Cole Palmer ha corrido a la Oficina de Propiedad Intelectual del Reino Unido para registrar su celebración del “frío”, una forma de hacer el papafrita como otra cualquiera. Ese chico lo pasó mal en la Eurocopa, cuando el merluzo de Southgate lo tuvo en el banquillo, donde seguramente maquinó estas salidas de pata de banco. Pero Palmer es una estrella con firma del Chelsea, mientras que a Olmo no lo dejan serlo del Barcelona, que podría aprovechar el día de los Inocentes para inscribir al jugador. Recordemos las anotaciones de Pla: “Ésta es tierra de desconfiados, de desconfiados ancestrales, de retorcidos, de personas convencidas de que aquí se puede hacer todo a base de adoptar el aire del campanero cuando pasa a cobrar las sillas de la iglesia”. Éste es el club, según tenemos oído a Roures, que pagó el “Dream Team” de Cruyff con el dinero de la TV pública.


[Sábado, 28 de Diciembre]